Aoun y Hariri dialogaron por décima octava vez desde octubre pasado con igual tema en la agenda, pero ninguno de los dos cede en sus posiciones.
Ambos mantienen diferencias en cuanto al número, forma y distribución del Ejecutivo que podría sacar al país de la actual crisis económica y financiera, la peor en décadas.
El efecto de los desacuerdos entre las dos figuras también influyó en una caída de la libra libanesa frente al dólar que desde octubre de 2019 perdió más de 90 por ciento de su valor.
Esa depreciación convirtió en casi nada el salario de nueve de cada 10 ciudadanos, en tanto que al unísono con la devaluación subieron los precios de los productos de la canasta básica.
De tal manera que estimados de la ONU dan cuenta de que 55 por ciento de los libaneses vive por debajo de umbral de la pobreza calculado en un consumo de 3,64 dólares diarios.
La capital libanesa vio este lunes el cierre de vías con neumáticos y otros objetos en llamas en la Corniche al-Mazraa, Qasqas y Cite Sportive, así como los alrededores del Banco Central en la céntrica barriada de Hamra.
Hariri culpó a Aoun por la demora en instalar una alineación gubernamental por la insistencia de poseer siete carteras de las 18 propuestas para la próxima formación y obtener poder de veto.
El proyecto del primer ministro designado busca un Gabinete compuesto por especiales desvinculados de los partidos políticos, mientras que el jefe de Estado sugiere un Ejecutivo de al menos 20 ministerios.
Desde el 10 de agosto de 2020, Líbano carece de un Gobierno efectivo y funciona con un colectivo interino limitado a operaciones de cuidador y a la espera de ser sustituido.
La nación con costas al mar Mediterráneo marcha hacia el colapso total, pues al deterioro económico causado por la mala gobernanza, la corrupción y el saqueo, se sumaron la pandemia de la Covid-19 y la explosión que destruyó el principal puerto del país.
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