Más allá de los hechos de corrupción, que ya costaron algunos cargos, lo que parece en juego es el triunfo de la gobernante Unión Cristianodemócrata (SDU) y de su aliada la Unión Social Cristiana de Baviera (CSU) en las elecciones generales del 26 de septiembre.
Como en un melodrama, ahora Spahn fue puesto en tela de juicio por la compra el año pasado de unos 570 mil protectores faciales a través de una empresa en la que su esposo, Daniel Funke, ocupa un alto puesto.
La revista alemana Der Spiegel (El Espejo) sacó la víspera las primeras informaciones que vinculan a Spahn, con buenos índices de aprobación por la gestión de la pandemia de Covid-19.
De acuerdo con las informaciones, la empresa de comunicaciones Hubert Burda Media GmbH vendió al Ministerio de Sanidad unas 570 mil mascarillas en abril del año pasado, cuando los suministros escaseaban.
La entidad confirmó la compra a la agencia de noticias dpa, y dijo que el Ministerio pagó 909 mil 452 euros, el valor del mercado.
Igualmente, añadió que Funke no participó en la transacción ni fue informado al respecto.
Hubert Burda Media GmbH dijo que vendió los protectores por el mismo precio que pagaron por ellas como parte de una participación minoritaria en una empresa de Singapur.
El Ministerio de Sanidad también afirmó que el acuerdo sobre las mascarillas se realizó siguiendo las normas federales.
Un portavoz señaló que el contrato ‘se concluyó y se llevó a cabo tras recibir ofertas en un proceso estandarizado a precios de mercado’.
Más allá de cualquier implicación ilegal de Spahn y su pareja en el acuerdo, las revelaciones ocurren cuando el exministro de Justicia de Baviera Alfred Sauter se sumó a la lista de renunciantes en el CSU por los contratos fraudulentos.
El mes pasado, los fiscales abrieron un caso contra el legislador de la misma formación Georg Nusslein, acusándolo de aceptar cientos de miles de euros para hacer presión a favor de un proveedor de máscaras.
Anteriormente, el parlamentario de la CDU Nikolas Lobel dimitió por otro escándalo de marras y abandonó la formación, que se enfrenta a los comicios en seis meses sin su lideresa Merkel, que dejará la Cancillería Federal después de 16 años en el poder.
A solo seis meses de la cita con las urnas, otros diputados debieron renunciar por corrupción como Tobias Zech, quien realizó trabajos ilegales de relaciones públicas para un partido político en Macedonia.
Sumado a ello, los democristianos tuvieron hace dos fines de semana los resultados históricamente más bajos en dos elecciones estatales clave en Baden-Wuerttemberg y Renania-Palatinado, mientras no son muy halagüeños los pronósticos en Turingia, que celebrará su justa estatal en abril próximo.
Las alarmas no se hicieron esperar y diversas voces tanto fuera como dentro de la formación hablaron de la posibilidad de un cambio de colores en la alianza en el poder.
Ya varios medios de prensa presagian el futuro sin la llamada dama de hierro germana con la llamada coalición semáforo (el rojo del Partido Socialdemócrata, el amarillo de los liberales y el verde de los ecologistas).
Por ahora, el delfín de Merkel se debate entre el presidente de los democristianos y primer ministro de Renania del Norte-Westfalia (el estado federado más poblado), Armin Laschet, y el también primer ministro de Baviera y líder de la Unión Social Cristiana, Markus Soder.
La decisión deberá conocerse el 23 o 24 de mayo, y de allí hasta el 26 de septiembre esperar la ausencia de escándalos o al menos minimizarlos para conseguir la continuidad.
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