En tres ocasiones esta semana, miles de personas tomaron el centro de esa urbe del suroeste de Inglaterra para expresar su desacuerdo con la controvertida legislación, que busca también reformar los tribunales y las sentencias, pero que sus detractores consideran un atentado a las libertades civiles y al derecho a protestar.
La más reciente protesta tuvo lugar la víspera y, al igual que el domingo y el martes pasado, las manifestaciones comenzaron de forma pacífica, para luego derivar en enfrentamientos violentos con las fuerzas del orden.
Según informó la policía local, 10 personas fueron detenidas anoche luego de que algunos manifestantes lanzaron botellas, ladrillos y fuegos artificiales contra los uniformados, y cubrieron de pintura uno de los caballos de la división montada, la cual desplegaron para contenerlos.
El primer ministro del Reino Unido, Boris Johnson, calificó, por su parte, de ‘vergonzosos’ los ataques de la víspera contra los agentes del orden, a quienes expresó su apoyo total.
La vocera del grupo ecologista británico Extinction Rebellion, Anneka Sutcliffe, consideró, sin embargo, que la violencia exhibida por los manifestantes de Bristol es sintomática de los intentos del gobierno de violar los derechos humanos.
Si le quitamos a la gente la posibilidad de organizar protestas legales y expresar sus puntos de vistas, y criminalizamos a sus organizadores para priorizar la seguridad del público, entonces todo termina en caos, aseguró la activista a Prensa Latina.
Aunque recalcó que Extinction Rebellion, protagonista de multitudinarias manifestaciones en Londres y otras ciudades para exigir medidas contra el cambio climático, es una organización pacifista que no recurre a la violencia, Sutcliffe señaló que es palpable la rabia que sienten los jóvenes británicos contra un gobierno cada vez más opresivo.
Estamos en la convergencia de varias crisis, con mucha gente llorando la muerte de sus seres queridos y un futuro desolador debido al cambio climático; además, ven ahora sus derechos humanos amenazados en medio de un colapso económico y niveles de pobreza e injusticia social cada vez más altos, remarcó.
La activista consideró también que esta nueva legislación es innecesaria pues la Policía británica, dijo, cuenta ya con poderes suficientes para frenar las protestas violentas.
Bajo el proyecto de ley, que ya pasó un primer debate en el Parlamento pese a la oposición de los laboristas y de otros partidos políticos, las autoridades tendrían potestad para prohibir o disolver manifestaciones callejeras pacíficas a partir de criterios como el ruido o las afectaciones que podrían provocar en la comunidad.
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