El encuentro sucede tras un año de tensiones bilaterales por temas migratorios, culturales, religiosos y un conflicto con Grecia por los derechos de explotación de los hidrocarburos en el mar Mediterráneo.
Mediante vídeoconferencia y días antes de una cumbre de la Unión Europea (UE) en marzo, tuvo lugar una conferencia virtual entre los mismos líderes en la que comenzó a allanarse el camino hacia la distensión de las relaciones.
A fines de ese mes el Gobierno turco elogió la actual postura de la UE relativa al tema migratorio, pero demandó acciones concretas por parte del mecanismo regional.
Mediante un comunicado el Ministerio de Relaciones Exteriores de este país euroasiático pidió al bloque comunitario ‘cumplir con sus compromisos para evitar la influencia griega y grecochipriota en futuras decisiones’.
Tales declaraciones responden a posturas del mecanismo regional favorables a Grecia y Chipre, miembros de la UE, en torno a temas migratorios y territoriales, según Turquía.
Atenas y Ankara protagonizaron el pasado año un diferendo por el control de los recursos en el mar Mediterráneo oriental que incluyó acciones diplomáticas y roces armados en la zona.
Para Ankara, la UE carece de la autoridad para calificar de ilegales sus actividades en esa zona y tal postura supone posiciones afines a la parte griega.
En tanto un informe previo de la UE, elaborado por el jefe de la diplomacia europea, Josep Borrell, incluye tanto medidas positivas como sanciones si Turquía retoma acciones que el bloque regional califica de unilaterales.
Entre las demandas de la UE a Turquía está la cooperación en la lucha contra la inmigración ilegal y el retorno de migrantes sobre la base de la declaración conjunta, firmada hace cinco años, entre ambas partes.
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