Las consignas gritadas a coro y las vallas con ultimatum a las autoridades, las reflejaron algunos medios de prensa para recordar al gobierno el aumento del desempleo, informalidad y pobreza, además de la crisis del programa de jubilaciones de la Caja del Seguro Social (CSS).
Aunque las cifras macroeconómicas mostraban a un país saludable en 2019, la desaceleración dejaba desde entonces huellas sobre el empleo y los ingresos familiares, que la desigualdad hacía más visible en los sectores económicos y zonas geográficas donde predomina la pobreza; la pandemia de Covid-19 precipitó la caída.
Reportes del Instituto Nacional de Estadística y Censo revelaron que en 2020 la tasa de desocupación tuvo un incremento significativo respecto a las últimas dos décadas y los desempleados se acercaron a los 600 mil el año pasado, el trabajo informal alcanzó al 52,8 de la fuerza laboral y casi la quinta parte de la población está en pobreza.
‘Durante la pandemia los trabajadores quedaron desprotegidos, ya que hemos pagado y cargado con la crisis económica, mientras que al sector empresarial se le han garantizado toda una serie de medidas, cuando nunca dejaron de ganar’, denunció Nelva Reyes, secretaria general de la Central General Autónoma de Trabajadores.
Otro asunto obrero en litigio es el déficit de la CSS para enfrentar en el futuro mediato los subsidios por enfermedad, vejez y muerte, para cuya solución el gobierno convocó una mesa de diálogo, pero varios sindicatos la describieron como un espacio ‘diseñado para beneficiar’ a los grandes empresarios.
El Consejo Nacional de Trabajadores Organizados (Conato) anunció la suspensión de su participación en la mesa, porque ‘hasta ahora el proceso carece de lo fundamental para ser un espacio efectivo de diálogo social’ y calificó de ‘debates infructuosos’ lo que ocurre en ese foro.
Otro punto de tensión que dejó la pandemia fue la modificación temporal del Código de Trabajo, pues en opinión de Javier Stanziola, del Centro de Investigaciones de Estudios Políticos, ‘las reformas han apoyado la seguridad jurídica de las empresas, pero no se pensó lo suficiente en los trabajadores’.
Cuando se acerca el medio siglo de ese Código impulsado por el desaparecido general Omar Torrijos, las conquistas obreras peligran frente a criterios de las élites económicas, expresados entre otros por quienes analistas consideran uno de sus voceros, el economista Guillermo Chapman, quien opinó que debe reformarse.
‘No permitiremos que nos quiten las conquistas laborales logradas’, sentenció Reyes en declaraciones a periodistas, y explicó que el Código no bloqueó a la economía panameña, en cambio, sí impidió ‘que las empresas sigan triplicando las ganancias que hacen la desigualdad’.
Otra nota polémica fue un editorial de La Estrella de Panamá justo en la celebración mundial, la cual generó la reacción de Saúl Méndez, líder sindical de la construcción, quien dijo a Prensa Latina que denota un ‘planteo ideológico’ al referirse al Día del Trabajo y no al Día del Trabajador, e incluso a la ‘readaptación en el proceso de trabajo’.
El texto en cuestión señaló: ‘Hay trabajos que provocan desgaste físico, como la construcción y en esto un joven tiene ventaja sobre uno mayor. ¿Por qué entonces no se incentiva a ese trabajador a que conquiste otros oficios donde la fuerza física no sea el elemento fundamental, sino su mente?’
Méndez lo calificó de ‘concepto neoliberal e hipócrita además, porque es el trabajo humano el que genera las riquezas en el mundo, que acumulan unos cuantos, esos que no trabajan, pero que lo tienen todo’, y reflexionó que tal acción sería tratar al obrero como cualquier mercancía desechable, para decirle ‘reinvéntate’.
Después de calificar lo planteado por el editorial como ‘mezquino, burdo e inhumano’, el sindicalista propuso que, en cambio, debieron proponer fórmulas para que el trabajador pueda jubilarse dignamente después de concluir su vida productiva.
Estas son algunas de las contradicciones que encresparon los rostros de quienes marcharon ayer por las calles de esta capital, estandarte en mano, bajo nubarrones y amenaza de inminente tormenta, apropiados del lema común de los panameños: ‘sin luchas, no hay victorias’.
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