Los mercados y centros comerciales estaban abarrotados, sobre todo los que poseen una condición especial y aún mantienen subvenciones sobre artículos comestibles.
La carne de res y la de ave escalaron a precios insostenibles para las grandes mayorías y en esas instalaciones son más asequibles al bolsillo de los ciudadanos de a pie.
A lo largo del mes sagrado de ramadán que concluirá mañana, los libaneses acudieron en masa a las compras para preparar el iftar o cena con que se rompe el ayuno diario.
Empero, al acercarse los días del Eid al-Fitr que se celebra al final de ramadán con grandes comilonas al salir de la abstinencia de casi un mes, es multitudinaria la afluencia de consumidores.
Y, además, ante la alerta de que acabará la protección sobre artículos básicos (combustible, trigo y medicamentos), los ciudadanos corrieron a apertrecharse de productos.
El anuncio de la eliminación de subsidios coincide con advertencias de que se avecinan apagones diarios de 20 horas por la escasez de combustible.
La compañía estatal Electricite du Liban pidió al menos 200 millones de dólares adelantados para cubrir sus necesidades de generación, pero el Parlamento se negó a concedérselos.
De manera que, a partir de mediados de este mes, habrá un incremento de cortes de electricidad que en la imaginería popular comentan como ‘alumbrones’.
Los proveedores privados de energía con tarifas 10 veces más altas que la empresa estatal, también sufrirán por la falta de combustible y su remedio de momento, conseguirlo de contrabando a precios mayores, obligará a transferir sus costos a los usuarios.
Entretanto, persisten las opiniones encontradas entre los encargados de nominar un gobierno del cual carece el país desde el 10 de agosto de 2020 ante la renuncia del dirigido por el ahora primer ministro interino Hassan Diab.
Con una alineación gubernamental en ejercicio que promulgue reformas estructurales, tal vez habría una esperanza de un mejor mañana para los libaneses.
El anunciado colapso por la peor crisis económica y financiera en décadas perfila un futuro gris con tintes muy negros para la inmensa mayoría de los ciudadanos, 55 por ciento de los cuales vive ya por debajo del umbral de la pobreza.
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