En su informe ‘El estado de las finanzas de la naturaleza’, explicaron que la crisis del clima, la biodiversidad y la degradación de la tierra solo podrán contenerse si se invierten 536 mil millones de dólares anuales en los próximos 30 años.
Esto implica triplicar los fondos para financiar las soluciones basadas en la naturaleza para 2030 y cuatriplicarlos para 2050, cuando se requiere una inversión de 8,1 billones de dólares.
De no invertir suficientemente mermarán las capacidades de los países para avanzar en otras áreas vitales como la educación, la salud y el empleo, afirmó la directora ejecutiva del Pnuma, Inger Andersen.
Los autores del informe subrayaron la urgencia de cerrar la brecha financiera y reconstruir con modelos más sostenibles luego de la pandemia de la Covid-19.
Para ello, especificaron, se necesitan transformaciones estructurales que incluyan la eliminación de los subsidios a la agricultura que daña el medio ambiente y a los combustibles fósiles, así como la creación de incentivos económicos para las energías limpias y las prácticas que beneficien al medio ambiente.
Si bien reconocieron que estas inversiones no pueden sustituir la descarbonización completa de todos los sectores de la economía, aseveraron que pueden contribuir al ritmo y la escala necesarios para la mitigación y adaptación al cambio climático.
El documento destacó que invertir en la naturaleza apoya la salud humana, animal y planetaria, mejora la calidad de vida y crea empleos.
Sin embargo, la naturaleza representa apenas el 2,5 por ciento del gasto de estímulo económico proyectado a raíz de la crisis sanitaria que vive el mundo, apuntó.
Actualmente, precisó, la pérdida de biodiversidad le cuesta a la economía global el 10 por ciento de su producción anual.
Los expertos remarcaron que solo las inversiones en los bosques requerirán 203 mil millones de dólares anuales, lo que equivale a poco más 25 dólares por año por cada habitante del planeta en 2021.
Para Andersen el informe ‘es una llamada de atención para que los gobiernos, las instituciones financieras y las empresas inviertan en la naturaleza, incluida la reforestación, la agricultura regenerativa y la restauración de nuestros océanos’.
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