Según el diario San Jose Mercury News, el mismo día de los hechos por la mañana Cassidy intentó incendiar la casa donde escondía dicho arsenal, antes de matar a sus compañeros de trabajo en el patio de ferrocarriles de la ciudad.
El vocero de la oficina del alguacil del condado californiano de Santa Clara, Russell Davis, explicó que el incendio llamó la atención de los vecinos después de que él se fue para llevar a cabo el tiroteo masivo más mortífero del Área de la Bahía de San Francisco en muchos años.
‘Puso una olla llena de balas en la estufa, luego colocó acelerante alrededor para iniciar el siniestro, pero no tuvo éxito’, dijo Davis, citado por el Mercury News.
Su casa en San José era un nido de desorden y armamento que incluía 12 pistolas, una veintena de latas de gasolina y una docena o más de presuntos cócteles Molotov, dijeron los investigadores del caso.
El escondite se sumaba a las tres pistolas de nueve milímetros que Cassidy, de 57 años, llevó el miércoles a la Autoridad de Transporte del Valle de Santa Clara en San José, donde se produjo el ataque.
También empacó una bolsa de lona con 32 cargadores de alta capacidad y disparó 39 tiros antes de suicidarse cuando la policía se acercó.
Si bien los testigos señalaron que Cassidy pareció apuntar a ciertas personas, la Oficina del Alguacil informó que ‘está claro que este era un evento planeado y el sospechoso estaba preparado para usar sus armas de fuego para quitar tantas vidas como pudiera’.
Los oficiales de aduanas estadounidenses que lo detuvieron en 2016 a su regreso de Filipinas encontraron libros sobre terrorismo y acciones para provocar miedo, así como una libreta llena de notas sobre cuánto odiaba a la Autoridad de Transporte de San José, donde laboró por más de 20 años.
Tiroteos masivos como este en Estados Unidos crecieron en las últimas semanas y en lo que va de año se registraron unos 200 eventos de este tipo, más del doble de los 94 que hubo durante el mismo período de 2020, según la organización no gubernamental Archivo de Violencia con Armas.
Este incremento en los incidentes violentos avivó en Estados Unidos el debate sobre la necesidad de un control más efectivo de la compraventa de armamentos entre los civiles, un tema en que, según especialistas, el presidente Joe Biden y sus aliados en el Congreso no parecen tener el suficiente apoyo y voluntad para enfrentar con éxito.
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