Una declaración de la entidad suprema de musulmanes sunitas precisa que el país navega en un mar agitado y en medio de una fuerte tormenta, en tanto sus dirigentes continúan en debates estériles por la elección de ministros.
La institución religiosa arremetió contra presuntos intentos de introducir normas en el proceso de formación de gobierno, de lo cual responsabilizó al presidente de la República, Michel Aoun.
Este último, opinó, toca con esas acciones poderes constitucionales pertenecientes al primer ministro designado, Saad Hariri, respecto a quién elige para instalar una alineación gubernamental.
Aoun y su yerno, el jefe del partido Corriente Patriótica Libre, Gebran Bassil, insisten en que el nombramiento de ministros cristianos corresponde a figuras de esa confesión y no a Hariri, quien es musulmán sunita.
‘El Consejo reafirma su apoyo al primer ministro designado y a sus poderes dentro de la Constitución que emanó de un acuerdo nacional adoptado en Taif, Arabia Saudita, que puso fin a la guerra civil de 1975-1990’, señala el texto.
La comunicación insta a los jefes políticos en conflicto a consensuar la creación de un Gabinete que vuelva a poner al país en el camino correcto y evada predicciones de una explosión social imprevisible.
En cualquier caso, indica, es inconcebible la apatía e indiferencia de la clase dominante hacia la agobiante crisis socioeconómica que padecen los libaneses.
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