El diario señaló que Burns nombró a Marlowe como nuevo subdirector de operaciones, un puesto que supervisa a los oficiales encubiertos que reclutan espías extranjeros, incluidos funcionarios de gobiernos, empresarios y miembros de organizaciones terroristas, según denuncias.
La dirección de operaciones, que radica en la sede de la CIA en Langley, Virginia, también lleva a cabo acciones secretas en el extranjero cuando recibe órdenes presidenciales, acota el Wall Street Journal, tras señalar que esta es la principal decisión de Burns en materia de designación de funcionarios desde que asumió el cargo.
El artículo señala, además, que el hecho tiene lugar en momentos en que la agencia incrementa sus acciones contra China y ‘retoma la recopilación de datos de fuentes humanas, en medio de una era de crecientes sistemas digitales de vigilancia’.
Marlowe reemplazará a Elizabeth Kimber, quien en 2018 se convirtió en la primera mujer en liderar esa dirección de operaciones.
El nuevo directivo se desempeñó anteriormente como oficial superior de la CIA, también conocido como jefe de estación, ‘en varios de los entornos más grandes y complejos, incluidas las zonas de guerra’, dijo una portavoz de la agencia al periódico.
Más recientemente, según los informes compilados por el diario, Marlowe fue subdirector del Near East Mission Center de la CIA, que reunió a oficiales de operaciones, analistas de inteligencia y otros expertos para concentrarse en el Medio Oriente, según el Journal.
Una portavoz de la CIA dijo al periódico que el nombramiento de Marlowe para el puesto, que no requiere confirmación del Congreso, es un cambio de jefatura habitual en este servicio de espionaje.
En los últimos años dicha entidad de espionaje estuvo involucrada en varios escándalos por emplear métodos de tortura y mantener cárceles secretas fuera del control de los órganos judiciales norteamericanos.
El Comité de Inteligencia del Senado presentó en 2014 un informe de unas 480 páginas, sobre el programa de torturas que usó la CIA en ultramar contra sospechosos de terrorismo, tras los atentados del 11 de septiembre de 2001.
El reporte analiza de forma detallada los métodos criminales de esa agencia y contiene elementos sobre la detención secreta de personas en prisiones clandestinas bajo la presidencia de George W. Bush (2001-2009).
Según denuncias de exfuncionarios de la Casa Blanca, Bush conocía y autorizaba el uso de torturas de la CIA como el ahogamiento simulado, privación del sueño y la alimentación rectal.
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