Al amanecer en Beirut varias carreteras estaban bloqueadas con neumáticos y objetos en llamas, mientras las fuerzas de seguridad intentaban limpiar las vías.
Las protestas coinciden con apagones de unas 20 horas diarias que mantienen en la oscuridad a gran parte del país, pese al uso de generadores privados, los cuales tampoco cubren todas las necesidades.
La insuficiencia de generación energética obligó a paralizar intervenciones quirúrgicas u otras operaciones en los hospitales que también sufren la escasez de combustible.
Los manifestantes en la sureña ciudad de Nabatiye clausuraron con sus vehículos la principal avenida del centro urbano y en esta capital obstruyeron varios puntos clave para el tráfico.
El Banco Central (Banque du Liban) informó que a partir de este martes eliminará parte del subsidio para los combustibles, en cumplimiento de una decisión del gobierno.
De esa manera, subieron los precios de la gasolina y el diésel para un golpe más los bolsillos de los ciudadanos ya deteriorados con una inflación causada por una devaluación de más de 100 por ciento de la moneda nacional.
Atada al dólar estadounidense desde 1997, la libra libanesa cotizó hasta 2019 a razón de mil 500 por billete verde, pero hoy día en el mercado negro la tarifa es de 18 mil por unidad.
En un principio, los minoristas transferían la diferencia a sus clientes, aunque ahora es imposible porque los precios llegaron a ser inalcanzables para 90 de cada 100 libaneses.
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