El equipo de investigación internacional, dirigido por la Universidad de East Anglia, Reino Unido y patrocinado por el Grupo de Expertos de las Naciones Unidas sobre los Aspectos Científicos de la Protección del Medio Ambiente Marino, determinó que las emisiones humanas provocan la lluvia ácida.
El profesor Alex Baker, catedrático de química marina y atmosférica de la Facultad de Ciencias Ambientales de esa universidad y autor principal, explicó que los impactos ambientales se reflejan en la cantidad y distribución de los nutrientes (nitrógeno, fósforo y hierro) que llegan al océano.
Baker precisó que los ácidos atacan la superficie de las partículas de polvo del desierto cuando son transportadas por la atmósfera, aumentando la proporción del fósforo y el hierro y que posteriormente se disolverá cuando caigan en esos ecosistemas.
‘Nuestro trabajo sugiere que el aumento de la acidez desde la Revolución Industrial (1820-1840) incrementó las proporciones de fósforo y hierro que son solubles en un 14 por ciento y un 16 por ciento, respectivamente. Estos aumentos habrán tenido un efecto fertilizante directo sobre el fitoplancton marino’, afirmó.
En el mismo periodo, las emisiones contaminantes duplicaron, como mínimo, la cantidad de nitrógeno añadida a los océanos a través de la atmósfera, reveló el estudio.
Por otra parte, la profesora Maria Kanakidou, de la Universidad de Creta (Grecia), contribuyó con la investigación al emplear modelos de deposición de transporte químico global y ratificó que la acidez controla la distribución del nitrógeno entre las partículas y los gases de la atmósfera.
‘Estos cambios pueden favorecer ciertos tipos de fitoplancton en detrimento de otros, dependiendo de la adaptación de los organismos a los niveles relativos de nutrientes presentes en el agua’, comentó Kanakidou.
Los investigadores consideraron poco probable que el sistema vuelva a su estado preindustrial, ya que los incendios forestales -que influyen tanto en el suministro de nutrientes como en la acidez- desempeñarán un papel importante en un clima más cálido y su impacto es incierto.
Las predicciones sobre las consecuencias de los cambios a largo plazo de la acidez atmosférica en los ecosistemas marinos tendrán que considerarse junto con otros factores de estrés del sistema, como la acidificación del océano, el calentamiento y la desoxigenación’, concluyó la publicación.
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