Como preámbulo, desde la noche del miércoles comenzó un éxodo de esta capital hacia el interior del país que se agudizó la víspera.
Así, este jueves, miles de vehículos inundaron las carreteras del país sobre todo en dirección hacia los centros turísticos de la zona central y la costa, provocando en las entradas y salidas de numerosas ciudades embotellamientos kilométricos y espera de horas para los viajeros.
Según reportó Carabineros de Chile hasta la noche del jueves habían abandonado la capital más de 73 mil vehículos, y se preveía también un fuerte flujo en las salidas de Santiago durante toda la mañana de este viernes.
En tanto, los dueños de restaurantes, hoteles y otros servicios, sacan cuentas alegres por lo que los viajeros puedan aportar a sus negocios, muchos al borde de la ruina debido a las limitaciones causadas por la pandemia de Covid-19 que los obligó cerrados durante largos meses.
El entusiasmo se multiplica porque precisamente ayer entraron en vigencia adecuaciones del gobierno al plan Paso a paso para controlar la Covid-19, que amplía las posibilidades de movimiento de las personas y flexibilizan la apertura y los aforos en establecimientos comerciales y gastronómicos, entre otras medidas.
En contraste, en medios políticos y el gobierno se mantiene la preocupación de que el largo asueto afecte la asistencia a las urnas el próximo domingo, en un país donde el abstencionismo ha ido ocupando cada vez más espacio en amplias capas de la población.
El domingo se realizarán elecciones primarias en las cuales las coaliciones Chile Vamos, de derecha, y Apruebo Dignidad, de izquierda, elegirán a sus candidatos directos a los comicios presidenciales convocados para el 21 de noviembre venidero.
Al respecto analistas electorales y medios de prensa calculan que solo acuda a votar en el mejor de los casos una cantidad similar de personas a las reportadas en el balotaje para gobernadores regionales efectuado en junio pasado y que no llegó al 20 por ciento del padrón electoral.
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