En el mercado informal, la cotización era de 22 mil 300 por dólar desde una tarifa oficial de mil 500, lo cual destruyó los bolsillos de 90 de cada 100 libaneses que obtienen sus salarios en moneda nacional.
El descenso comenzó a registrarse desde el viernes último cuando Hariri anunció su dimisión ante el rechazo del presidente Michel Aoun a una propuesta de gobierno.
En esa oferta, el expremier recurrió a una iniciativa del titular del Parlamento, Nabih Berri, de instalar un ejecutivo de 24 carteras distribuidas a partes iguales entre cristianos, musulmanes chiitas y musulmanes sunitas sin derecho veto para ninguno.
Su renuncia originó manifestaciones en todo el país con bloqueo de carreteras y quema de neumáticos en las avenidas aun presentes ante la ira popular por una crisis económica y política que ahoga a la población.
Hace unas semanas, la libra libanesa se cotizaba a 14 mil por billete verde, pero se hundió a un mínimo histórico en las últimas horas para empeorar el sustento ciudadano que ya sufre escasez de combustible, electricidad, medicinas y alimentos.
Desde octubre de 2019 a la fecha, la moneda local perdió más de 100 por ciento de su valor con incrementos inflacionarios imprevisibles.
Como consecuencia, más de 60 por ciento de la población cayó por debajo del umbral de la pobreza, estimado en 3,64 dólares diarios por el Banco Mundial.
Un reporte del Fondo de la ONU para la Infancia afirmó que 77 por ciento de los hogares libaneses carecen de suficiente dinero para adquirir alimentos.
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