En una conferencia de prensa previa a la reunión de alto nivel con el país vecino, el titular detalló la coordinación en lo que llamó el ‘triángulo sur’, integrado por Colombia, Panamá y Costa Rica, para garantizar el paso ordenado y seguro de los irregulares, con estricto respeto a sus derechos humanos.
Por su parte, en el propio encuentro, la canciller Erika Mouynes, quien encabeza la delegación a las conversaciones binacionales, ratificó que además de la reunión de este viernes, Panamá promovió una cita de ministros de relaciones exteriores de los países de origen y destino de los migrantes y los usados como tránsito.
Aseguró que su homólogo estadounidense, Antony Blinken, le confirmó su presencia en la cumbre ministerial regional, y Mouynes explicó que su país pidió a Estados Unidos prestar atención no solo al ‘Triángulo Norte’, sino a esta otra zona por donde transitan los irregulares haitianos, nacionalidad que mayormente arriba a sus fronteras.
‘Este fenómeno migratorio, su descontrol o su proceso no regulado, afecta a todos los países por los cuales va pasando y es de interés de todos, y una respuesta conjunta puede ser claramente la diferencia’, dijo y agregó que naciones como México pidieron sumarse al encuentro regional.
Aunque las autoridades colombianas y panameñas no cuentan con cifras exactas de la cantidad de personas con intención de pasar por la jungla, calculan que entre 10 y 15 mil migrantes se encuentran en el municipio colombiano de Necoclí, en espera de cruzar en lanchas el golfo de Urabá hacia Capurganá, donde inician la ruta selvática.
Testimonios de quienes lograron atravesar la jungla, refirieron a periodistas que los principales peligros, además de los naturales como fieras y ríos crecidos, son bandas de asaltantes que despojan a los caminantes de sus pertenencias y violan sexualmente a las mujeres, e incluso los asesinan.
Hasta su llegada a un campamento de recepción en el lado panameño, los migrantes transitan unos ocho días a pie por el llamado Tapón del Darién, después navegan en piraguas hasta la comunidad indígena de Bajo Chiquito y continúan su viaje fluvial al lugar donde son atendidos, en un trayecto total que les toma entre 14 y 16 días.
Oriel Ortega, director del istmeño Servicio Nacional de Fronteras, explicó a la prensa que según estudios, ese tiempo permite disminuir el riesgo de si alguno desarrolló la Covid-19 y esté en la etapa de contagio, pero como medida adicional, permanecen dentro de la burbuja del grupo en que viajan y en breve tiempo son trasladados a la frontera Oeste.
Este procedimiento evita también contactos masivos con las comunidades de residentes, lo que disminuye la posibilidad de infecciones con el virus causante de la actual pandemia, aunque Ortega aseguró que este año solo 549 migrantes fueron detectados como portadores de la enfermedad.
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