Muchos de esos establecimientos cerraron porque carecen de recursos para sortear el costo del combustible necesario y mantenerse en funcionamiento.
Los que permanecen abiertos racionaron la producción para que rinda la harina subvencionada entregada por el Estado y como resultado hay una menor oferta.
Líbano enfrenta una crisis de combustible que alcanza hasta la compañía estatal de electricidad, Electricite du Liban, la cual solo ofrece una hora de servicio al dìa.
Las autoridades acusan a los distribuidores de hidrocarburos de acumularlos y luego venderlos a mayor precio en el mercado negro o contrabandearlos hacia Siria.
El jefe del Sindicato de Propietarios de Panaderías, Ali Ibrahim, declaró que esos establecimientos carecen de medios para obtener fuel oil.
‘Les dan una cuota de dos días, dijo Ibrahim, aunque deberían recibir lo suficiente para un mes’.
La avalancha hacia las panaderías se produjo después que el banco central anunció el miércoles último que levantaría el subsidio al combustible, pues eran intocables las reservas de divisas en sus arcas.
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