Ese día, entre Yasna Provoste, por la Democracia Cristiana (DC); Paula Narváez, del Partido Socialista (PS); y Carlos Maldonado, del Radical (PR) los votantes elegirán al candidato que representará al bloque Unidad Constituyente.
Todas esas fuerzas integraron la llamada Concertación que, tras la salida de Augusto Pinochet del poder en 1990, alternó con la derecha el sillón presidencial en el palacio de La Moneda, por lo cual para parte considerable de la población un aspirante con este signo pudiera ser ‘más de lo mismo’.
Quizá esa percepción, en un país que se ha polarizado más tras la revuelta popular que estalló en octubre de 2019, sea uno de los factores que influyen en que hasta ahora, todos reciban una baja valoración en las encuestas, con excepción de Yasna Provoste.
La presidenta del Senado aparece en tercer lugar, aunque a distancia, en los sondeos de opinión tras los candidatos del bloque de izquierda, Gabriel Boric; y de la derecha, Sebastián Sichel.
El último debate televisado, en la noche del domingo último, fue muestra de la falta de interés de la población al lograr un rating de 18,2 puntos, mucho más bajo que el conseguido por los de Chile Vamos y Apruebo Dignidad, que promediaron más de 27 por ciento de teleaudiencia.
Para analistas, ello evidenció que en este caso el potencial electorado no parece demasiado convencido con las propuestas de Provoste, Narváez y Maldonado, aun cuando los tres coinciden en presentarse como promotores de los cambios que la mayoría de Chile reclama.
Los tres aseguran que el superobjetivo de la cita de noviembre en las urnas debe ser impedir, con la unidad de la oposición, que Chile tenga un nuevo presidente de derecha tras el mandato de Sebastián Piñera, que califican de desastroso.
Pero contradictoriamente, sus respectivos partidos han tratado de mantener una distancia prudencial de las posiciones del también bloque opositor de izquierda Apruebo Dignidad.
En sus propuestas incluyen los temas que interesan a la sociedad chilena, como la nueva Constitución, la búsqueda de una solución al conflicto por las seculares reivindicaciones del pueblo mapuche, la plurinacionalidad de Chile, los derechos de la mujer y de la diversidad y la descentralización con mayor autonomía a las regiones.
También se expresan a favor de una solución política para los presos de la revuelta de 2019, así como mejorar las pensiones, la salud y la educación y la protección del medio ambiente, aunque se refieren poco a cambiar de forma radical el modelo neoliberal imperante y responsable de muchas de las inequidades y problemas del país.
Las coincidencias en el contenido y el tono de sus planteamientos provocan también –aseguran analistas- que los electores que acudan a la consulta el venidero sábado, no dispongan de muchos puntos de comparación.
En todo caso, según lo comprometido, el ganador deberá recibir el apoyo de los restantes partidos para las elecciones presidenciales del 21 de noviembre, más allá de las fricciones que no han faltado en los últimos tiempos entre las formaciones integrantes de la Unidad Constituyente.
El vencedor o la vencedora se sumará a Gabriel Boric y Sebastián Sichel, candidatos, respectivamente, de los otros dos grandes bloques Apruebo Dignidad y Chile Vamos, en la competencia por ocupar el Palacio de La Moneda por cuatro años a partir de marzo de 2022. Pero no serán los únicos.
El próximo lunes el Servicio Electoral cierra las inscripciones de candidatos a los comicios presidenciales, y hasta hoy según datos de esa entidad casi una treintena de nombres de todas las tendencias han mostrado su interés en lanzarse al ruedo, cifra nunca antes vista en las elecciones en Chile.
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