De acuerdo con el sondeo, Lula alcanzó la marca del 40 por ciento de las intenciones de voto en una de las simulaciones de primera vuelta -un giro positivo de dos unidades porcentuales respecto a los registros de julio- y amplió de 12 a 16 puntos la ventaja sobre Bolsonaro (24 por ciento), el segundo clasificado.
Con el movimiento, el fundador del Partido de los Trabajadores continúa una trayectoria de crecimiento que dura cinco meses, desde que el ministro Edson Fachin, del Supremo Tribunal Federal, decidió anular todas sus condenas relacionadas con la desactivada operación judicial Lava Jato.
En otra simulación de una primera vuelta estimada (cuando los votantes eligen a su candidato entre las opciones presentadas por el entrevistador), Lula lidera con un 37 por ciento de las intenciones de voto, nueve puntos porcentuales más que el exmilitar.
Al acudir al escenario espontáneo (cuando el elector señala a su pretendiente sin ser presentado por el entrevistador), el exdirigente obrero pasó del 25 al 28 por ciento, mientras que Bolsonaro mantuvo el 22.
Otros candidatos alcanzaron en conjunto un seis por ciento de las intenciones de voto, mientras que un 33 de los electores no supo responder y un 11 expresó su intención de votar en blanco o anular el voto.
Realizada del 11 al 14 de agosto, la investigación contó con mil entrevistas telefónicas, realizadas por operadores a votantes de todo el país en una muestra proporcional a la población nacional.
El margen de error máximo es de 3,2 puntos porcentuales por encima o por debajo.
La muestra refleja además una continuidad en la tendencia creciente de evaluaciones negativas de la administración de Bolsonaro.
Un 54 por ciento de los interrogados considera al gobierno malo o terrible, frente al 52 del mes pasado. El crecimiento del rechazo es constante desde octubre de 2020, cuando un 31 por ciento estimó la gestión mala o pésima.
En el otro extremo, los que ven al Ejecutivo como bueno o estupendo suman un 23 por ciento, dos puntos menos que en la encuesta de julio. Ambas cifras son las peores para el Gobierno desde el inicio de la serie.
Tal descontento va acompañado de un empeoramiento de la percepción de la dirección de la economía.
El grupo de los que lo ven mal, el cual venía disminuyendo desde abril, creció cuatro puntos porcentuales y alcanzó el 63 por ciento, el mismo nivel registrado en mayo.
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