Para un territorio que recibe en tiempos normales casi siete millones de turistas, todo cuanto atente contra el normal desarrollo del sector, pone en alerta sus fuerzas.
Y precisamente, eso sucede con el sargazo, un fenómeno que no es nuevo ni ajeno al Caribe, pero es un riesgo el cual dispara alarmas y tensa a la nación, máxime en esta temporada donde a decir de la viceministra de Turismo de Dominicana, Jacqueline Mora, ‘se ha desbordado’.
También el presidente de la Asociación de Hoteles del Este, Ernesto Veloz, manifestó a la prensa su preocupación debido a la gran cantidad de algas en la zona donde radica y reconoció que ‘el sargazo trae consecuencias negativas para el turismo’.
Según algunos especialistas, la presencia del sargazo es debido a la elevación de las temperaturas producto del cambio climático, otros, lo relacionan con alteraciones en el patrón de distribución de las corrientes oceánicas y los vientos predominantes y hay quienes lo vinculan al incremento de nutrientes que llegan al mar a través de los ríos.
Lo cierto es que sea por una cosa u otra, la contaminación, el hedor provocado por las algas podridas, agua sucia y el panorama nada atractivo para el turista es un problema el cual debe enfrentarse sin demora.
Los dominicanos no olvidan el 2018 cuando el sargazo les impactó y afectó mil 165 kilómetros lineales de playa, generando dos millones 424 mil 800 metros cúbicos de desechos, afectando los ecosistemas costeros, el turismo y a la pesca.
De ahí que los sectores público y privado buscan la forma de declarar una situación de emergencia para de conjunto buscar soluciones pues esa macroalga por su incidencia es digna de seguimiento y estudio para encontrar como disminuir en lo posible su presencia y efectos
Una visita como la mencionado, merece una alfombra roja para que continúe su camino, y de llegar, esté el menor tiempo posible, tarea en manos de científicos y estudiosos quienes conocen cuanto afecta el sargazo en el futuro del turismo regional.
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