Smith, también directora del Programa de Honores de la Universidad Renee Crown en dicha institución académica, señaló en un análisis que publicó el diario The Hill que la cifra de adultos con ese problema se eleva a 70 millones.
El informe ‘Encarcelamientos masivos: el complejo industrial penitenciario estadounidense (Mass incarcerations — the American prison industrial complex) hace una radiografía del funcionamiento del complejo industrial penitenciario.
En muchos sentidos, planteó, el complejo industrial penitenciario contemporáneo se convirtió igualmente en una lucrativa empresa económica, con la aparición de prisiones privadas en muchos estados.
Estados Unidos lidera al mundo en el encarcelamiento per cápita de su ciudadanía. En 2019, antes de la pandemia de COVID-19, seis millones 344 mil personas estaban supervisadas por los sistemas penitenciarios para adultos.
Cientos de miles de estadounidenses -señaló- fueron condenados a cadena perpetua, algunos de ellos por delitos como robos menores y resulta especialmente atroz que aproximadamente siete mil cumplan penas de ese tipo por hechos cometidos cuando eran menores de edad.
Algunas de estas personas, precisó, tenían tan sólo 13 o 14 años cuando cometieron estos delitos.
Aseguró la académica que el encarcelamiento masivo y prolongado sugiere una incapacidad para rectificar o rehabilitar debido a algún atributo inherente, profundamente asociado a la concentración de la melanina en la piel de una persona (racismo).
En una mirada al perfil racial, Smith aseveró que la guerra contra las drogas del presidente Richard Nixon exacerbó aún más el encarcelamiento desproporcionado de los negros y otras personas marginadas.
El encarcelamiento masivo, puntualizó, está profundamente arraigado en un sistema socioeconómico colonial-institucional que discrimina a grupos de personas y los coloca en desventaja a la hora de obtener recursos y oportunidades para satisfacer las necesidades básicas de la vida.
Al hablar sobre las consecuencias de ser un exreo en el país, Smith subrayó que una condena por delito grave a cualquier edad hace prácticamente imposible conseguir una vivienda y un empleo estables y participar en el proceso democrático del voto, incluso después de haber pagado la restitución.
Estos actos tienen un efecto multiplicador sobre los grupos minoritarios y desgarran la sociedad. Todo el mundo sufre, aunque en distintos grados, sostuvo, y subrayó que Washington critica superficialmente estos problemas de ‘profundas injusticias’, mientras condena a sus adversarios extranjeros.
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