Es el caso de Ibrahim Jaber, quien al estar desempleado no pudo costear los estudios de su hija.
Jaber forma parte de un numeroso grupo de ciudadanos que se vieron en la calle cuando sus empleadores afectados por la crisis financiera, recortaron plantillas o cierran.
‘No inscribiré a mi hija en la escuela, no puedo pagarlo’, declaró el exchef de un restaurante en declaraciones a The Daily Star.
De igual manera, aquellos que mantuvieron sus trabajos comprueban cada día una reducción del valor de sus salarios con la devaluación de más de 100 por ciento de la moneda nacional respecto al dólar estadounidense.
Expertos del Programa Mundial de Alimentos (PMA) advirtieron sobre la hiperinflación en Líbano que tal vez tendría algún alivio si los jefes políticos formaran un gobierno capaz de abordar la peor crisis financiera y económica de este país en décadas.
Según esos especialistas, los alimentos aumentaron 557 por ciento de su precio desde octubre de 2019 a la fecha.
‘Estamos hablando de una de cada cinco personas o familias que luchan por poner comida en la mesa’, apuntó la vocera del PMA, Rasha Abou Dargham.
Muchas familias a las que visita con regularidad eligen saltarse las comidas para alimentar a sus hijos, mientras otras confían en la buena voluntad de vecinos o restaurantes para conseguir alimentos gratis.
La inflación fue la razón principal en la decisión de Ali Hammoud para cerrar su restaurante Classic Sandwich, donde Jaber solía trabajar cocinando en casa y pedidos para llevar.
Con cada vez menos clientela, Hammoud debía pagar más por el combustible para mantener en funcionamiento su establecimiento en ausencia de electricidad estatal que solo ofrece una o dos horas diarias de servicio.
Su plan consiste en emigrar, una decisión que retrasó porque pondría en la calle a unas 230 personas.
‘Son 230 familias sin ingresos y no creo que ellos puedan encontrar otro trabajo’, puntualizó.
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