Dos décadas después de los atentados en Estados Unidos aún existen cuestionamientos sobre las verdaderas causas, incluida la autoagresión, aseveró Lee en declaraciones al diario The New York Times a propósito de la transmisión por la cadena HBO de la serie documental ‘Nueva York, epicentro del 11-S y de una pandemia’.
Casi tres mil personas murieron aquel día luego de que cuatro aviones se estrellaran en diferentes puntos del país norteño: dos contra las Torres Gemelas del World Trade Center de Nueva York; uno en el Pentágono, cerca de Washington, la capital; y otro cerca de Shanksville, Pensilvania.
Tras los acontecimientos, el Congreso y la Casa Blanca respondieron con una expansión sin precedentes de los poderes militares, policiales y de inteligencia destinados a erradicar y detener a los terroristas, en el país y en el extranjero. ¿Cómo y por qué se derrumbaron las Torres Gemelas tan rápidamente? ¿Por qué el Pentágono recibió daños moderados? ¿Hacia dónde se dirigía el cuarto vuelo que se estrelló en un lugar descampado? ¿Quién estaba realmente detrás de todo? ¿Osama Bin-Laden o el propio gobierno estadounidense?
Esas son solo algunas de las preguntas que resuenan a veinte años de la tragedia.
INFORMACIÓN OCULTA
‘No todo lo que parece es, no todo lo que es parece’, decía el escritor portugués José Saramago en una cita que encaja a la perfección con el sentir de los más críticos sobre la versión oficial de lo ocurrido el 11 de septiembre de 2001.
Los familiares de las víctimas presionaron al actual jefe de la Casa Blanca, Joe Biden, para desclasificar informaciones y finalmente el mandatario ordenó al Departamento de Justicia y a las agencias federales sacar a la luz nuevos datos en los próximos seis meses.
Simplemente no hay razones de seguridad nacional o de otro tipo para mantener la información en secreto, aseveraron los familiares en una carta enviada al gobernante en la cual piden esclarecer las implicaciones de Arabia Saudita, pues la mayoría de los secuestradores de las aeronaves eran de ese país.
Si bien los informes de la comisión del Congreso y de las agencias gubernamentales que analizaron los hechos culpan a la organización terrorista Al Qaeda por los ataques y refutan la existencia de cualquier conspiración oculta, activistas en Estados Unidos y en otros lugares creen que hay detalles claves aún sin revelar.
Esa última opinión la comparte el politólogo argentino Atilio Borón, quien señaló en un programa de televisión que ‘estamos en presencia del descrédito de la explicación oficial del gobierno de Estados Unidos respecto a la autoría de los atentados’.
Expertos internacionales afirman que Al Qaeda jamás contó con los recursos logísticos, ni de todo el aparato de inteligencia para cometer tamaño atentado y, por lo tanto, hay un descrédito muy grande sobre los informes presentados sobre ese acontecimiento, comentó Borón.
El director de cine Spike Lee en su serie documental -ahora reeditada- incluía voces con preguntas pendientes sobre el colapso de las Torres Gemelas del World Trade Center y del edificio número siete cercano a ellas, que cayó sin recibir impacto externo alguno.
Si fueron demoliciones controladas, si fue un misil y no un avió lo que provocó el desastre en el Pentágono, si el gobierno saudí tenía vínculos con los secuestradores de las aeronaves, o si el gobierno tenía conocimiento previo de los ataques y no hizo nada para prevenirlos, son cuestiones que aún provocan incertidumbre.
El analista Jorge Hernández, investigador del Centro de Estudios Hemisféricos y sobre Estados Unidos de la Universidad de La Habana, considera que esas hipótesis hasta ahora no han sido verificadas.
No obstante, sí reconoce que las autoridades de Washington históricamente han ocultado información sobre diversos asuntos, incluidas cárceles secretas y lugares de torturas.
Para Hernández, Estados Unidos es el principal actor de la inestabilidad en el mundo y lo más importante de esos hechos ya no es qué o quiénes los provocaron sino su legado: la supuesta lucha global contra el terrorismo impulsada por Washington que llevó la guerra a Afganistán, Iraq y continúa en busca de nuevos enemigos.
EL LEGADO DEL 11-S
Los ataques del 11 de septiembre de 2001 en Estados Unidos provocaron conmociones cuyas huellas persisten en esa nación y en otros países impactados por la controvertida lucha contra el terrorismo iniciada después.
Los atentados estuvieron enfilados hacia dos grandes símbolos del poder de Estados Unidos: el económico (las Torres Gemelas) y el militar (el Pentágono), lo cual sirvió para provocar una sensación de inseguridad y preocupación en la ciudadanía.
Los trágicos eventos de esa jornada de 2001, que impresionaron no solo a Estados Unidos, sino a toda la comunidad internacional, llevaron al entonces presidente George W. Bush (2001-2009) a decretar la controvertida guerra contra el terrorismo, usada para justificar las intervenciones en Afganistán e Iraq.
En el plano doméstico, los ataques se emplearon como argumento para la polémica Ley Patriota, que dio al gobierno el poder de aumentar el control sobre los ciudadanos, y fue duramente criticada por diversas organizaciones al considerar que viola las libertades y garantías constitucionales.
Por su parte, el presidente Biden prolongó un año más la proclamación de emergencia nacional por los ataques terroristas, una medida que fue adoptada por Bush solo tres días después de los atentados y la cual otorgó amplios poderes para movilizar a las fuerzas armadas.
Por ese tipo de decisiones, tan convenientes para el poder y la hegemonía estadounidense, es que a muchos les cuesta creer la versión oficial de los atentados.
Aunque hace 20 años gran parte de la sociedad apoyó la cruzada bélica contra el terrorismo, una encuesta de The Washington Post y ABC revela que ahora, en el 2021, la mayoría de los ciudadanos ven esos sucesos como un punto de inflexión negativo para el país, una percepción acentuada con el fracaso en Afganistán.
*Periodista de la redacción Norteamérica de Prensa Latina
rmh/avr