La Guerra de Corea terminó con un armisticio, no un tratado de paz, por lo que la península quedó en un estado técnico de guerra.
Sería muy deseable si la paz llegara a la península coreana, pero la realidad, a ojos vista, plantea que es prematuro aprobar ese documento, señaló.
En declaraciones a la estatal Agencia Central de Noticias de Corea (ACNC), el vicecanciller declaró que el hecho tiene un sentido simbólico como manifiesto político.
No obstante, recordó que no han cesado las provocaciones militares de Surcorea, con el apoyo de Estados Unidos, que también apoya al país vecino con miles de millones de dólares.
Añadió que se suma aquí la reciente decisión estadounidense de transferir a Australia la tecnología de construcción de submarinos de propulsión nuclear.
No hay ninguna garantía en que la declaración del fin de guerra, que no pasa de ser un papel, dará paso a la cancelación de la hostilidad hacia la RPDC, indicó.
Al respecto, comentó que son diferentes los intereses y cuentas de cada parte, y que en el fondo de todos los problemas está la política de Estados Unidos hacia la RPDC.
Seguidamente, reiteró que tropas norteamericanas permanecen en la región, y que el doble rasero que estigmatiza de ‘acto provocador’ las acciones de la RPDC complica el panorama.
Mientras no se cambien el ambiente político en torno a nuestro país y la política hostil norteamericana, tampoco habrá ningún cambio aunque se declare 100 veces el fin de guerra, sostuvo.
Finalmente, expresó que la declaración puede ser mal usada como cortina de humo para encubrir la agresividad de Washington, y podría convertirse en un instante en papel mojado.
La cancelación de la pauta de doble rasero de Estados Unidos y su política hostil es la mayor prioridad para estabilizar la situación y asegurar la paz en la península Coreana, concluyó.
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