En declaraciones a periodistas, el líder nipón dijo que las relaciones bilaterales se encuentran en una ‘situación extremadamente difícil’.
Los vínculos se deterioraron drásticamente a fines de 2018, después de que un tribunal superior surcoreano ordenó a una empresa japonesa pagar daños y perjuicios por trabajos forzados durante el dominio colonial de la península de 1910 a 1945.
Japón sostiene que esa cuestión se resolvió ‘completa y definitivamente’ mediante un acuerdo bilateral de 1965 que proporcionó a Surcorea asistencia financiera.
Ambos países también están en desacuerdo sobre el tema de las ‘mujeres de solaz’, un eufemismo para las mujeres de la península y de otros lugares que trabajaban en los burdeles militares de Japón.
Otro elemento de roce son los planes nipones de verter agua contaminada de la planta nuclear colapsada en Fukushima, preocupación que comparten varias naciones vecinas.
Las conversaciones telefónicas de aproximadamente 35 minutos son las primeras desde que Kishida asumió el cargo la semana pasada.
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