Una marcha de seguidores de Hizbulah y el movimiento Amal fue objeto de un ataque por pistoleros y francotiradores la semana pasada en esa zona capitalina que reprodujo episodios de hace 40 años.
Los manifestantes se dirigían a protestar frente al Palacio de Justicia contra el presunto desempeño politizado del juez Tarek Bitar, encargado de investigar la explosión en el puerto del año pasado.
El área se convirtió en una zona de guerra cuando las partes intercambiaron fuego.
Padres aterrorizados sacaron a sus hijos de las escuelas y los residentes en el área buscaban refugio para evitar los disparos de francotiradores apostados en los tejados.
Esas escenas resultaban similares a fotografías del conflicto interno de 15 años como resultado del cual murieron de 150 mil a 200 mil personas y aún se desconoce el paradero de unas 17 mil.
Dana Kobeissi, madre de tres hijos, declaró que cuando se apresuró a recoger a sus hijos de la escuela, recordó los días en que sus padres hacían lo mismo con ella y sus hermanos mientras aumentaban los choques sectarios.
La guerra civil en Líbano comenzó entre fuerzas cristiano maronitas y de la Organización de Liberación de Palestina y luego grupos libaneses izquierdistas, panarabistas y musulmanes formaron una coalición con esta última.
Durante la lucha, las alianzas cambiaron rápida e impredeciblemente.
La guerra se caracterizó por el éxodo de un millón de libaneses y una tensión sectaria que todavía es evidente.
Cuatro décadas después, la situación sigue parecida y cálculos sin comprobar dan cuenta de 300 mil que abandonaron el país desde finales de 2019.
Rami Haidar, dueño de una tienda en Beirut, mostró sorpresa con lo ocurrido, al comentar que ciudadanos estuvieran dispuestos a dispararse después de las cruentas batallas de antaño.
‘Los residentes de Ain El Remmeneh (cristianos) y Chiyah (islámicos) vivían juntos e incluso establecieron negocios y cosecharon amistad. Es inquietante cómo la política puede convertirlos repentinamente en criminales’, puntualizó.
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