‘Necesitamos restaurantes y comedores con una mayor calidad tanto técnica, higiénica y orientada al cliente extranjero’, tuiteó el chef salvadoreño Cipactli Alvarado, sobre los retos para el turismo gastronómico en su país.
Alvarado, embajador culinario de esta nación centroamericana, afirmó que tras proyectos como Surf City y los volcanes que salpican la geografía local, la gastronomía representa otro atractivo turístico para El Salvador.
El experto reaccionó así a los cuatro ‘World Travel Awards’, considerados los ‘Óscars del Turismo’, recién conquistados por Perú, un país a veces más conocido por su gastronomía que por su ancestral cultura inca.
De hecho, años atrás el Ministerio de Turismo reconoció en uno de sus programas de desarrollo que la calidad, autenticidad y creatividad de los alimentos es importante factor de satisfacción de los visitantes.
Según la Organización Mundial de Turismo, el 88,2 por ciento de los destinos consideran la gastronomía como un elemento estratégico para definir su imagen de marca.
Además, el consumo turístico de alimentos incide en la creación de cadenas productivas que benefician a las comunidades locales, en particular al sector agrícola, industrial y comercial, amén de los actores directos.
El turismo gastronómico, a su vez, propicia el rescate de ingredientes y recetas tradicionales, que recogen saberes y prácticas heredadas, pero además aceptan la fusión que promueve la creatividad y el abrirse a nuevas formas.
Así, en barrios como la capitalina Zona Rosa florecen los restaurantes, cafés y bistrós que reinterpretan los típicos locales con las técnicas e influencias de cocinas como la ‘nikkei’, ese venerado híbrido culinario de Perú y Japón.
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