La votación fue fundamental en un acuerdo de paz de 2014 destinado a poner fin a un derramamiento de sangre que se estima se cobró 150 mil vidas y debía tener lugar el próximo mes de mayo en el enclave musulmán.
Sin embargo, exrebeldes del grupo del Frente Moro de Liberación Islámico (FMLI) designados para liderar un gobierno de transición dijeron que necesitan más tiempo, y pospusieron los sufragios para 2025.
La propuesta fue firmada por el presidente Rodrigo Duterte, según informó a la prensa su portavoz, Harry Roque, quien recordó que la ley le otorga a Duterte la autoridad para nombrar varios de los 80 miembros de la autoridad de transición cuyos mandatos terminarían con las elecciones.
No obstante, analistas advirtieron que el fracaso del proceso de paz probablemente atraería a jóvenes musulmanes desilusionados hacia islamistas de línea más dura y provocar más violencia en el sur de Filipinas.
Según un informe del International Crisis Group (ICG), con sede en Bruselas, el proceso de desmantelamiento de los 40 mil combatientes del FMLI estaba ‘entrecortado’, y menos de un tercio habían depuesto las armas.
En este contexto, la violencia no cesó pese al acuerdo de paz, con grupos islámicos radicales que se instalaron en lo que sigue siendo la parte más pobre del país, de mayoría católica.
En mayo de 2017, cientos de hombres armados locales y extranjeros que apoyaban al grupo terrorista Estado Islámico en Irak y Siria tomaron Marawi, la ciudad musulmana más grande del país.
El ejército filipino recuperó la urbe en ruinas después de una batalla de cinco meses que se cobró más de mil vidas.
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