Los ejercicios, anteriormente llamados Vigilant Ace, durarán cinco días, y tomarán parte soldados estadounidenses que se encuentran acantonados en la nación asiática.
El simulacro ocurre en medio de las tensiones por las presiones sobre la República Popular Democrática de Corea (RPDC) y los llamados a reiniciar las conversaciones de desnuclearización.
La RPDC se ha quejado repetidamente de la realización de estos ejercicios como un ensayo para la guerra en la región, y porque los suyos en respuesta son siempre criticados.
El enviado de Estados Unidos para la RPDC, Sung Kim, calificó la más reciente prueba de Pyongyang de «preocupante y contraproducente», pero mantiene silencio cuando es Seúl quien exhibe su poderío militar.
Precisamente este doble rasero tiene estancado el proceso de paz en la península desde hace varios años.
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