En lo que semeja una actuación para su público humano, las moles de hasta 36 toneladas se elevan por encima de la superficie, muestran las enormes aletas pectorales y caen al océano, mientras levantan grandes masas de agua que salpican los rostros de los espectadores.
Las hembras son de mayor tamaño, en una rara excepción de esta especie también conocida como yubarta (Megaptera novaengliae), la cual repobló los mares tras un férreo control para su protección.
Aguas cálidas y transparentes de las 39 islas y 100 islotes del sur panameño son el paraje idílico cada año para unos dos millares de estos mamíferos, que recorren hasta 25 000 kilómetros en su ruta migratoria desde las regiones polares, la más larga registrada en su clase.
Engañados se sienten tal vez los turistas cuando se percatan de que el espectáculo acrobático no está destinado a ellos, pues quizás forma parte de la danza del cortejo o de un acto de relajamiento colectivo en una especie de santuario, sin depredadores naturales.
De las pocas observaciones realizadas durante la copulación, se afirma que el macho y la hembra inicialmente nadan alineados, después se entrelazan dando vueltas y emparejando sus aletas pectorales y caudales. Luego se sumergen y posteriormente salen del agua en forma vertical, con las superficies ventrales unidas, para más tarde separarse y caer sobre el mar cada uno por su lado.
Los machos interpretan sus vocalizaciones solo en el período de celo, y los estudiosos estiman que el propósito es ayudar al proceso de selección sexual. Siguen una estructura jerárquica distintiva y sus unidades básicas, a menudo llamadas «notas», son emisiones de sonido individuales y constantes que duran unos pocos segundos.
El hombre, en su afán de desentrañar el extraño comportamiento de las yubartas, pudo identificar lo que denominaron subfrases y frases.
La reiteración de entonaciones iguales entre dos y cuatro minutos es conocido como tema, mientras que una canción es la colección de estos cantos repetidos por horas o incluso días.
Estos misterios absorben a los investigadores, quizás con la necesidad de entender el “idioma” de las ballenas para indiscretamente saber qué le dice el macho a su pareja en el momento sublime del amor.
mem/orm
(Tomado de Orbe)