Pese a que ese planteamiento no es una sorpresa, expertos del Technion.-Israel Institute of Technology ampliaron por primera vez el concepto de memoria inmunológica clásica, según un artículo publicado en la revista Scientific American de Estados Unidos.
Un equipo liderado por la neuroinmunóloga Asya Rolls se centró en una región del cerebro llamada corteza insular, que detecta el estado interno del cuerpo a través de señales viscerales como la temperatura, el dolor, el hambre y quizás la actividad inmunológica.
Estudiaron cepas de ratones con un tipo de inflamación intestinal conocida como colitis y utilizaron marcadores fluorescentes para tomar instantáneas de los grupos de células cerebrales en esa región activadas durante la infección, preció la publicación.
Después de disipadas la infección y la respuesta inmunitaria, se le inyectó a los roedores un fármaco que reactivó artificialmente esas mismas estructuras funcionales del sistema nervioso y la corteza insular dirigió al sistema inmunológico a montar una respuesta dirigida en el intestino donde se produjo la inflamación original.
Esa última respuesta ocurrió en un momento en el cual no existía infección, daño tisular o patógeno. El cerebro había conservado algún tipo de recuerdo de la enfermedad y estaba preparado para reiniciar la defensa.
Aunque es probable que haya regiones cerebrales adicionales en ese proceso, la corteza insular era el lugar adecuado para comenzar, declaró Kevin Tracey, presidente de los Institutos Feinstein de Investigación Médica y neurocirujano, que no participó en el estudio.
Tracey demostró en la década de 1990 que un nervio específico conectado al tallo cerebral podía comunicarse con las células inmunitarias periféricas y reprimir la respuesta inmunitaria antes de que dañara el cuerpo, recordó el artículo.
Este fenómeno, ahora conocido como reflejo inflamatorio, fue la primera evidencia de que los circuitos neuronales podían controlar el sistema inmunológico periférico. Actualmente es utilizado para tratar enfermedades autoinmunes como la artritis reumatoide.
A su juicio, podría existir un mapa neurológico similar de información inmunológica. Este nuevo estudio, planteó, es la primera evidencia directa de ese mapa.
El laboratorio de Rolls comenzó a diseñar ensayos clínicos para tratar la inflamación intestinal crónica basándose en los hallazgos de su equipo. Muchos trastornos intestinales, como la enfermedad inflamatoria intestinal, se desencadenan por estrés o emociones fuertes.
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