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Evo Morales y la verdad sobre el Sumaj kawsay

Por: Antonio Paneque Brizuela
La Habana (Prensa Latina) Un día veraniego de 2006, la secretaria del intelectual y diplomático cubano Raúl Valdés Vivó entró a su despacho en La Habana para avisarle que alguien lo solicitaba en el lobby.

-¿De quién se trata?- preguntó el profesor.

-Es un hombre fornido, doctor, de piel trigueña, como de indio. Por respeto, no le pregunté su nombre, porque parece alguien importante, aunque sé que no aparece en la agenda del día. Habla con acento extranjero y usa camisa de mangas cortas.

-Sí, ya sé. Es el presidente de Bolivia, Evo Morales. Hágalo pasar- pidió el diplomático ante el rostro perplejo de la secretaria.

LA HABANA… FIDEL… CHÁVEZ…

Medios de distintas épocas reflejan cómo La Habana devino para el líder del país andino escenario de grandes amistades, desde su primera visita el 6 de septiembre de 2006 como presidente electo (18 de diciembre de 2005).

Entonces viajó por sorpresa a Cuba, preocupado por la salud del presidente Fidel Castro, quien se recuperaba de una intervención quirúrgica.

Los lazos políticos y humanos del líder boliviano con el legendario Comandante en Jefe de la Revolución Cubana son harto conocidos, igual que los sostenidos en esta misma ciudad con el también mítico revolucionario y estadista venezolano Hugo Chávez.

La historia recoge encuentros de Evo, Fidel y Chávez en La Habana, Caracas y otras plazas, durante los que intercambiaron veteranía, genialidad y nuevas iniciativas, según fuera el caso, sumadas a una hermandad que no cedió ante la muerte.

Fue en la capital cubana donde Morales firmó el 30 de abril de 2006 con ambos líderes la incorporación boliviana a dos de los más impactantes y trascendentes proyectos de América Latina y el Caribe.

Los tres mandatarios suscribieron aquí el ingreso del país andino a la Alianza Bolivariana para los Pueblos de Nuestra América, fundada por Cuba y Venezuela en diciembre de 2004. Asimismo fue en La Habana la adhesión de sus respectivos países al Tratado de Comercio de los Pueblos, propuesto por el propio Morales, una entidad que cobraría el nombre de ALBA-TCP.

Los tres concibieron y fundaron después junto a otros estadistas, la actual Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños, esta vez en México, el 23 de febrero de 2010, como un más abarcador mecanismo de concertación e integración regional.

Prensa de todo el mundo almacena espacios sobre cómo la capital cubana fue también una de las urbes en las que Morales interactuó con Fidel y Chávez sobre la obsolescencia del neoliberalismo y el protagonismo de los originarios en la nueva Bolivia.

EL INDIGENISMO EN MORALES

La citada anécdota habanera del académico y también periodista y escritor Valdés Vivó (1929-2013) contada luego ante un grupo de comunicadores entre los que figuraba este redactor, traslucía la sencillez y desenfado característicos del líder del país andino.

Igualmente develaba su interacción familiar, sin rigidez ni protocolo, con sus amigos, los cubanos entre ellos, a quienes profesó desde aquellos tiempos sentimientos de lealtad y afecto y formas de trato que algunos asocian a los hábitos indígenas.

Antes de marcharse, Morales le obsequiaría a Valdés Vivo el bolso de mano que llevaba consigo, conservado hoy por la hija de este último, la periodista de la revista Bohemia María Victoria Valdés Rodda, deferente autora de la foto que forma parte de este trabajo.

Esa forma de ser, modesta y desenfadada, de Evo Morales descrita por Valdés Vivo muestra, sobre todo, el sello humano de un buen hombre. Pero devela, en efecto, una genética ancestral típica de las comunidades originarias de Bolivia y otros pueblos.

Dicho estilo de vida, además, fue transmitido por Morales al gobierno que ejerció durante 14 años (2005-2019) y al partido presidido por él, el Movimiento al Socialismo-Instrumento Político por la Soberanía de los Pueblos (MAS-IPSP).

Esos ancestrales modelos parecen sintetizar en Morales una suerte de filosofía personal que marca su quehacer cotidiano e irradia a los demás líderes de la nación andina en la cotidianeidad y en la defensa de los derechos de los pueblos autóctonos.

Juan Evo Morales Ayma (Isallavi, Cochabamba 1959), quien el 26 de octubre cumplió 62 años, fue electo el 18 de diciembre de 2005 como el primer presidente indígena en la historia de un país en el que más de la mitad de la población tiene ese origen.

Político y sindicalista formado en las más populares bases del movimiento cocalero boliviano, su modestia se traduce también a la aplicación de saberes y concepciones sobre la vida de esas comunidades, en especial las de su natal etnia aimara.

Vestido muchas veces con la tradicional indumentaria de poncho (saco rectangular abierto de dos telas) y chullo (gorro masculino con orejeras), es frecuente su participación en ceremonias de esos grupos que representan el 62,2 por ciento de la población.

Aún más significativa resulta la tendencia de Morales y los demás líderes a compartir entre sus ambientes sociales y hasta en el discurso conceptos como el de “Pachamama” (diosa quechua de la madre tierra) y el “Sumaj kawsay” (forma del buen vivir).

Ese último principio conductual es considerado el proceso de la vida en plenitud, en equilibrio natural y espiritual. “La magnificencia y lo sublime -dice la tradición- se expresa en la armonía, el equilibrio interno y externo de una comunidad”.

El término quechua Kawsay se traduce como vida, existencia, cultura, porque para los pueblos ancestrales amazónicos y andinos, la vida es cultura y la cultura es vida; y el de Sumak equivale a “plena, bella, hermosa, espléndida, excelente”.

Morales incorporó al quehacer nacional valores, instituciones y emblemas como la bandera y símbolo de los pueblos indígenas de los Andes conocida como wiphala (palabra aimara formada por los términos wiphai -triunfo- y laphaqi -que ondea en el viento).

Esa enseña cuadrangular de siete colores (rojo, naranja, amarillo, blanco, verde, azul y violeta) es también uno de los símbolos de la banda presidencial, junto a la bandera de la flor de patujú, el escudo de armas y la flor andina conocida como kantuta.

La wiphala, bandera también defendida por los aimaras de otras naciones procedentes del imperio Inca, fue incluida en la actual Carta Magna boliviana, aprobada por referendo el 25 de enero de 2009 con el 61,4 por ciento de votos.

“Mediante esta Nueva Constitución Política queremos que todos los originarios bolivianos seamos iguales. Eso estamos buscando, sin racismo, ni discriminación”, sentencia la Carta Magna.

Los grupos primigenios de América Latina y de otras partes del mundo tienen en Evo Morales una suerte de profeta político y étnico. Él es, tal vez, el indígena contemporáneo que más lejos llegó en la defensa de los derechos de esas comunidades.

“Quiero decirles -declaró ante la ONU el 19 septiembre de 2006- que estamos aquí después de más de 500 años de desprecio, de odio, en algunos tiempos considerados como salvajes, como animales, y en algunas regiones condenados al exterminio”.

“RÉCORDS” DEL LÍDER DEL MAS

Morales, obligado a renunciar en 2019 por un golpe de Estado, aunque sus políticas persistieron tras la victoria por el MAS del actual presidente Luis Arce en las elecciones de noviembre de 2020, es, en rigor histórico, el tercer presidente indígena de América.

El primero fue Benito Juárez (1858-1872), zapoteca puro y presidente de México entre 1858 y 1872; aunque la historia habla de un mandatario indígena anterior al azteca, el mestizo guatemalteco Rafael Carreras (1814-1865), jefe de Estado desde 1851 hasta 1865.

Morales, uno de los líderes políticos más reconocidos de la izquierda latinoamericana y universal, acapara otros puestos preferenciales, como el concedido en 2008 por la revista Time entre las 100 personalidades más distinguidas del mundo.

Fue, además, el tercer mandatario de la república elegido por mayoría absoluta de votos, después de Hernán Siles Zuazo en 1956 y Víctor Paz Estenssoro en 1960.

Pero, según los expertos, sus más trascendentes récords fueron los económicos durante los 14 años de gobierno, de la mano del actual presidente y entonces ministro de esa cartera, Luis Arce, que dispararon el Producto Interno Bruto.

Una consulta con estadísticas de entonces devela al país andino entre los de mayor crecimiento económico en Sudamérica con dígitos sostenidos de un cinco por ciento anual.

La pobreza extrema fue reducida de 36,7 por ciento a 16,8 por ciento entre 2005 y 2015, junto a una mejoría en la distribución del ingreso.

Aunque tal vez el principal récord de Morales y el MAS sea que ese partido cumplió el 8 de octubre su primer año de reinstalado en el poder mediante el presidente Arce y su vicepresidente David Choquehuanca, ambos compañeros suyos en el gabinete derrocado.

Debido a todos esos logros, después de la sangrienta asonada de 2019 esa organización se recuperó y retomó el gobierno con el 55,10 por ciento de los sufragios del 18 de octubre de 2020, mediante un binomio que ya había ejercido el poder junto a Morales.

arb/apb

(*) Periodista de la Redacción Sudamérica de Prensa Latina

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