Durante una reunión la víspera con el presidente del Parlamento Nabih Berri, Kordahi eludió plantear el tema que mantiene dividido al Gobierno, el hemiciclo y la percepción popular.
“No me aferro a una posición ministerial, ni estoy en condiciones de desafiar a nadie, ni al reino de Arabia Saudita ni al primer ministro; no queremos provocar a nadie”, dijo.
Un mes antes de asumir el cargo, el conocido presentador de televisión calificó de absurda la guerra en Yemen y que los rebeldes hutíes enfrentan una agresión de una alianza encabezada por Riad.
El reino del desierto respondió con la retirada de su embajador en Beirut, ordenó igual medida para el libanés en territorio saudita y suspendió las importaciones del llamado país de los cedros.
Similares decisiones adoptaron Bahréin, Emiratos Árabes Unidos y Kuwait para entrar en una crisis diplomática que agudizó la ya deteriorada situación socioeconómica libanesa.
En días recientes, círculos cercanos a Kordahi aseguraron que no dimitirá, pues en todo caso las autoridades sauditas tampoco ofrecieron garantías de que, con esa decisión, todo volvería a ser como antes.
A juicio de Hizbulah (Partido de Dios), la exigencia de Riad respecto a la renuncia del ministro contempla un pulso de poder en la región contra Irán, opuesto a Arabia Saudita en los conflictos en Siria, Iraq y Yemen.
msm/arc