Según las previsiones recogidas en la reseña sobre migración y desarrollo de ese organismo, el retorno al crecimiento supera las valoraciones previas y confirma la resiliencia de los flujos que se observó en 2020.
En ese año las remesas disminuyeron apenas un 1,7 por ciento pese a la recesión mundial desencadenada por la pandemia de la Covid-19.
Por segundo año consecutivo, se prevé que los movimientos de remesas a los países de ingreso bajo y mediano (sin incluir a China) superen la suma de la inversión extranjera directa y la asistencia externa para el desarrollo.
Tal comportamiento subraya la importancia de esas partidas enviadas por los migrantes a sus países de origen, como medio de sustento vital a los hogares para cubrir sus gastos esenciales de alimentación, salud y educación durante los períodos de dificultades económicas.
En algunas naciones con economías menos desarrolladas el valor de esas partidas representa más del 20 por ciento del producto interno bruto, como ocurre en El Salvador, Honduras y Guatemala, precisa el informe.
La reanimación económica en Europa y Estados Unidos, los estímulos fiscales y los programas de promoción del empleo contribuyeron al incremento del envío de dinero de los migrantes, a lo que se sumó el alza de los precios del petróleo, señaló el BM.
América Latina y el Caribe marcaron un sólido crecimiento en la recepción de esos envíos (21,6 por ciento), seguidos de Oriente Medio, norte de África, Asia meridional, África al sur del Sahara, Europa y Asia central.
De acuerdo con las previsiones del BM, a nivel mundial se espera un incremento de las remesas del 2,6 por ciento para 2022, y un 4,4 específicamente para América Latina, una baja que respondería a las malas perspectivas de crecimiento en Estados Unidos, el país desde donde más se envía dinero a la región.
Un resurgimiento de los casos de Covid-19, nuevas restricciones a la movilidad y el desmantelamiento de los paquetes de estímulos fiscales son los principales riesgos de que las perspectivas de crecimiento económico mundial, el empleo y los flujos de remesas a los países en desarrollo no se materialicen.
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