Tras varios días de deliberaciones, los 12 integrantes del jurado no encontraron culpable al adolescente de 18 años de los cinco cargos que enfrentaba, dos de homicidio, uno de intento de homicidio y dos acusaciones por poner en peligro la seguridad de forma imprudente.
Ellos consideraron que los disparos mortales contra Joseph Rosenbaum, de 36 años, y Anthony Huber, de 26, fueron en legítima defensa, así como el intento de asesinato contra Gaige Grosskreutz, quien también fue agredido por el acusado en la noche del 25 de agosto, pero sobrevivió.
El joven de 18 años era aún menor de edad cuando presionó el gatillo durante las manifestaciones contra el racismo y la brutalidad policial ocurridas en Kenosha luego de que dos agentes del orden tiraran contra el afroestadounidense Jacob Blake, quien quedó paralizado de la cintura hacia abajo.
En audiencias previas, Rittenhouse aseguró que solo disparó su arma después de ser atacado, mientras los fiscales argumentaron que él provocó el conflicto por llevar a la protesta un rifle semiautomático comprado ilegalmente para él por otra persona.
La semana pasada durante el interrogatorio, el acusado se puso a llorar y admitió haber usado una fuerza letal, aunque negó haber tenido la intención de matar.
Este caso revela tanto la problemática racial existente en la sociedad estadounidense como el dilema respecto al porte de armas de fuego, ambas cuestiones que generan tensión y polarización política en el país.
Familiares de uno de los asesinados por Rittenhouse dijeron en un comunicado que el veredicto envía el mensaje inaceptable de que los civiles armados pueden aparecer en cualquier pueblo, incitar a la violencia y luego utilizar el peligro creado para justificar disparar a las personas en la calle.
Rittenhouse respondía al proceso en libertad luego de que grupos conservadores ayudaran a pagar una fianza de dos millones de dólares.
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