“Rufina Alfaro es, sin ninguna duda, un personaje inventado por Ernesto de Jesús Castillero Reyes”, afirmó el académico José Aparicio, quien citó varias obras las cuales no aportan datos que demuestren la existencia de la heroína que veneran como la figura clave de la victoria sobre los colonialistas españoles en el poblado del centro del país.
En un reciente artículo publicado en La Estrella de Panamá, Aparicio aceptó que las fuentes orales son importantes para dilucidar un hecho histórico, pero reflexionó que el grito santeño se dio el 10 de noviembre de 1821 y Castillero escribió por primera vez del personaje transcurridos 127 años del suceso.
La anécdota, de ser cierta, pudo sufrir modificaciones en tan largo periodo de tiempo, opinó y refirió que a partir de esa publicación otros autores replicaron la información sin agregar nuevos elementos, salvo uno que hasta describió a Rufina, sobre lo cual Aparicio ironizó acerca su imaginación.
“Era de belleza atractiva, de ojos negros rasgados, de cabellera negra, que siempre llevaba extendida; trigueña color de trigo, de alta estatura, delgada, de cintura flexible y senos protuberantes”, refirió Horacio Moreno en un artículo.
Dedicado a Rufina se erige un monumento en el parque de la Villa, con una estatua femenina de rostro impreciso, al pie del cual cada año colocan ofrendas florales los presidentes del país y otras autoridades de gobierno, como homenaje a la supuesta heroína que la leyenda ubica en un protagónico papel libertador.
Múltiples escritores repiten la anécdota oral recogida por Castillero y contada por quienes presumiblemente fueron contemporáneos de la mujer que simboliza la victoria de los lugareños sobre las tropas españolas sin disparar un tiro, pues su acceso al cuartel militar permitió neutralizar las tropas coloniales, según refiere la tradición.
No falta quien intente probar la autenticidad al recurrir a partidas de bautismo donde aparece María Rudecinda Alfaro como madrina de varios niños, por ello especulan sobre la existencia de una mujer con arraigo popular, quien pudiera ser la fémina en cuestión.
Pesquisas de investigadores coincidieron también en que el apellido Alfaro existía en la época en familias de Las Peñas, donde se dice que nació la posible heroína, lo cual, si bien no demuestra su existencia, al menos intenta abrir la posibilidad de que pudo ser real.
El sociólogo Olmedo Beluche es más directo en su análisis al respecto, al afirmar que Castillero copió para Panamá el personaje histórico de la colombiana Policarpa Salavarrieta Ríos (1795-1817), “La Pola”, de quien la historia recoge que hizo espionaje a favor de las fuerzas independentistas criollas en 1816.
Al subir al patíbulo en la Plaza Mayor de Bogotá, donde la ejecutaron por tales acciones, dijo: “Viles soldados, volved las armas a los enemigos de vuestra patria. ¡Pueblo indolente! ¡Cuán distinta sería hoy vuestra suerte si conocierais el precio de la libertad!
“Pero no es tarde: ved que ―aunque mujer y joven― me sobra valor para sufrir la muerte y mil muertes más. No olvidéis este ejemplo […] Miserable pueblo, yo os compadezco. ¡Algún día tendréis más dignidad! […] Muero por defender los derechos de mi patria”, según recogen algunos documentos citados por historiadores.
La similitud de la leyenda de Rufina y la historia de La Pola, pudo ser la base de lo que Beluche calificó de “una obra de falsificación”, que compara con una situación similar a partir del personaje ficticio de Anayansi, la indígena de la novela de Octavio Méndez, pareja del conquistador español Vazco Nuñez en el guión dramatúrgico.
Estas posibles deformaciones de la historia panameña llegaron hasta nuestros días y nuevamente en 2021 Alfaro es el centro del homenaje, porque demostrado o no, ella existió en el imaginario popular alimentado por juglares, quienes narran sus hazañas con la convicción de que su acción patriótica permitió independizar de España a La Villa de Los Santos.
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