Norland «nos pide que nos calmemos, reduzcamos la tensión y respetemos el proceso electoral en curso. Espero que se guarde el consejo porque interfiere en un asunto que no le incumbe”, escribió Al Shater en Twitter.
A mediados de este mes el diplomático recibió una andanada de cuestionamientos por recibir a un grupo de aspirantes al sillón presidencial.
“El embajador estadounidense envía impresiones negativas a los libios al adoptar la diplomacia de la intervención, la presión y las amenazas”, escribió entonces en Facebook el exministro de Cultura Al Habib Al Amin.
Es vergonzoso y lamentable que candidatos a las elecciones que afirman postularse por consideraciones y objetivos nacionales estén influenciados por las políticas y posiciones de los países que los apoyan, expresó.
Por su parte, el legislador Mesbah Ouhaida llamó al pueblo a no votar por ninguno de esos aspirantes presidenciales porque “renunciaron a la soberanía nacional”.
También el director de Centro Árabe-Europeo de Derechos Humanos y Derecho Internacional, Ramadan Bin Zir, cuestionó el encuentro porque representó “una violación de las normas diplomáticas”.
Esta nación vive una espiral de violencia desde el derrocamiento de Muamar al Gadafi en 2011, luego de una guerra apoyada por miembros de la Organización del Tratado del Atlántico Norte, entre ellos, Estados Unidos, Francia y el Reino Unido.
Bajo el auspicio de la ONU, 75 delegados libios en representación de diversas facciones y territorios, eligieron en febrero último un Gobierno de transición, encargado de dirigir al país hasta la celebración de los comicios presidenciales, previstos para el 24 de diciembre.
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