«Sabemos que el mandatario salvadoreño Nayib Bukele, por ejemplo, tiene problemas con Washington por sus relaciones con China. Por tanto, a la administración de Joe Biden no le convendría asumir una política de alejamiento con Honduras», reconoció a Prensa Latina el analista hondureño René Hernández.
El pasado 22 de noviembre, la encargada de negocios de la embajada norteamericana en San Salvador, Jean Manes, anunció su salida de ese país centroamericano, pues Estados Unidos consideraba que las supuestas decisiones antidemocráticas de Bukele deterioraron los vínculos bilaterales.
La diplomática calificó de controversiales algunas medidas adoptadas por el máximo dirigente de El Salvador, entre ellas, presuntos ataques a la libertad de prensa, el límite en el acceso a la información pública, la cancelación de proyectos anticorrupción y el aumento de sus ataques a la potencia norteña.
«En el caso de Honduras, la relación con Estados Unidos siempre ha sido desde una postura de imposición y vasallaje. Sin embargo, a nivel regional la correlación de fuerzas no es la misma. Tenemos a Nicaragua que no sigue los designios de Washington y ahora las posturas recientes de Bukele», reconoció Hernández.
A su juicio, Honduras enfrentaba un problema de legitimidad interna y a nivel internacional con los gobiernos sucesivos del Partido Nacional que, si bien recibían el amparo norteamericano en el pasado, ahora, aparentemente, intentan otro tipo de relación con el nombramiento de Laura Dogu como su embajadora.
El analista, excandidato suplente a diputado por Libre, advirtió que esta aparente cercanía y cordialidad, herramientas empleadas ya por Dogu en 2015 a su llegada a Nicaragua en el mismo cargo, pretenden que Honduras «no se les vaya de las manos, ni pierdan más el control sobre la región de Centroamérica».
«Incluso antes de los comicios generales, Bukele había mostrado su respaldo a Libre y Xiomara Castro desde su perfil en la red social Twitter y era bien conocida su oposición al gobierno de Juan Orlando Hernández. Así que, al parecer, esos vínculos serán formales en la búsqueda de soberanía y autonomía», expresó.
El exaspirante por Libre recalcó que la política exterior en lo adelante debe basar sus principios en el respeto a la autodeterminación, soberanía y cuestiones internas de cada país, si bien lastimosamente ese respeto se traduce, a veces, como un acto de rebeldía.
Hernández aseguró que el proceso de resistencia y oposición al gobierno del Partido Nacional, surgido tras el Golpe de Estado contra Manuel Zelaya (2006-2009), tuvo siempre el respaldo de Venezuela, Cuba y Nicaragua y esas naciones resultan muy cercanas para los movimientos y organizaciones que conforman a Libre.
«No pretendemos asumir un gobierno al cual le impongan cómo deben ser los vínculos con esos territorios progresistas. Cada pueblo decide su rumbo, autoridades y maneras de ejercer la democracia. Mantendremos relaciones con quienes decidamos», expresó.
El propósito, reveló, es alcanzar la autonomía e independencia respecto a los lazos multilaterales, sin condicionamientos externos de, por ejemplo, Estados Unidos, si bien descarta el cese de convenios con la potencia pues «la confrontación no sería tampoco lo más inteligente porque más de un millón de hondureños viven allí».
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