En la norteña ciudad de Trípoli, camiones obstruyeron vías, al igual que en esta capital donde los manifestantes cerraron el paso hacia el sur del país.
La libra libanesa llegó a canjearse en el mercado informal a 28 mil por dólar estadounidense, una nueva marca mínima desde el inicio de la crisis económica en 2019, mientras la tarifa oficial se mantiene en mil 500 por billete verde.
El colapso lo describen como uno de los peores en el mundo desde 1850 con un alza de precio en productos básicos que hundieron a más 80 por ciento de los ciudadanos por debajo del umbral de la pobreza, situado en 3,64 dólares diarios.
Las restricciones de retiros y transferencias bancarias en divisas aumentaron la desesperación de en la población de un país que con anterioridad las estadísticas lo colocaban en el nivel de clase media.
La elite política gobernante sigue sin encontrar una fórmula para eludir pronósticos de una temida explosión social que comienza a estar más cercana.
El Gobierno intenta negociar con el Fondo Monetario Internacional un plan de recuperación que contemplaría un préstamo de unos 10 mil millones de dólares que está estancado por desacuerdos políticos internos.
Acusada de años de corrupción y mala gobernanza, la cúpula en el poder intercambia culpas sobre quién pagará los platos rotos y asumirá una deuda de unos 100 mil millones de dólares equivalente a más de 170 por ciento del producto interno bruto.
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