Las plazas antes llenas de manifestantes están vacías y los campamentos establecidos para albergarlos, desiertos, pese a lo cual la situación socioeconómica continúa igual o peor.
El desempleo aumenta, la devaluación de la moneda nacional es de más de 100 por ciento y la justicia no encuentra un camino para sentar a los responsables de la explosión en el puerto capitalino de agosto de 2020.
Las fuerzas de seguridad instalaron bloques de hormigón para mantener alejada a la sublevación popular, a los que la percepción popular acuñó muro de la vergüenza y depositario de grafitis y eslóganes antigubernamentales.
Líbano estuvo sin Gobierno durante más de un año (octubre de 2020 hasta septiembre de 2021) y el instalado todavía falla en encontrar una fórmula para para enfrentar la peor emergencia desde la guerra civil de 1975-90.
Los partidos políticos registran discordias tras discordias de cómo repartirse el poder o ahora con las elecciones parlamentarias previstas para mayo venidero, maniobran de cómo salvarse frente al juicio de las mayorías sin mirar hacia los de abajo.
Se estima que el ejercicio comicial tampoco resolverá un anunciado colapso, a causa de que en ese concurso prevalecerán el clientelismo político y los de mayores recursos económicos frente a los candidatos independientes.
Y mientras tanto, las reservas de divisas en el Banco Central (Banque du Liban) comienzan a llegar o llegaron a lo que los especialistas consideran límite obligatorio de 15 mil millones de dólares pertenecientes a ahorristas privados.
Quienes poseen depósitos en divisas, tal vez la situación sea de menor penuria esperanzados en que algún día permitan retirar sus ahorros congelados desde finales de 2019.
Según la ONU, casi 80 por ciento de los libaneses vive por debajo del umbral de la pobreza y la entidad de investigación InfoPro dijo que se perdió un tercio de los empleos en el sector privado.
Un sistema político sectario y la ausencia de autoridad para controlar a facciones políticas da como resultado un acuerdo de consenso entre partidos que operan como estados independientes sin tomar en cuenta el interés popular ni nacional.
La posibilidad de que el movimiento masivo de protesta pasara a ser una oposición cohesionada nunca se materializó y dio paso a una quimera de un gobierno de especialistas apolíticos incapaz de encarrilar el país hacia mejores horizontes.
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