Aquellos hechos en la provincia de Malanje nunca serán olvidados, porque son parte de la historia insurreccional que culminó con la consecución de la Independencia Nacional proclamada el 11 de noviembre de 1975, estimó el Movimiento Popular de Liberación de Angola (MPLA).
La protesta de los campesinos en Baixa de Cassanje más que un acto por la reivindicación de derechos, representó una postura heroica del pueblo por la libertad y marcó el inicio del proceso de lucha armada, señaló el Buró Político del gobernante MPLA, en un texto divulgado por el Jornal de Angola.
Por su dimensión histórica, el partido defiende la permanente valorización de la fecha, como fuente de inspiración para la construcción de una Angola más desarrollada, democrática e inclusiva, y aprovecha la ocasión para expresar su solidaridad con el Ejecutivo por la implementación de políticas de protección social, indicó la reseña mediática.
Asimismo, el MPLA alienta al Gobierno a reforzar las acciones a favor de la reducción de la pobreza, es decir, por una efectiva redistribución de la riqueza nacional, la inclusión social y la integración socio-productiva de los grupos más vulnerables.
Las celebraciones por el aniversario 61 de los hechos de la Baixa de Cassanje tienen lugar en un año que estará marcado por la celebración de elecciones generales, evidente premisa para la consolidación y fortalecimiento del Estado de Derecho, juzgó la organización política.
Por tanto, agrega el mensaje, el MPLA insta a la población a participar en las acciones que contribuyan al éxito del registro electoral oficioso, iniciado en el país de cara a los próximos comicios.
El partido también reiteró su llamado a apoyar el liderazgo del presidente João Lourenço en la creación de un entorno empresarial que estimule y atraiga la inversión privada, aumente la producción nacional de bienes y servicios esenciales, ofrezca mayores ingresos en divisas y cree más puestos de trabajo.
Según relatos históricos, en la revuelta de Baixa de Cassanje participaron miles de jornaleros de los campos de algodón de la empresa luso-belga Cotonang, en protesta por las duras condiciones de vida y de trabajo y la constante represión.
Los trabajadores decidieron ir a la huelga, armados con machetes y canangulos (rifles artesanales). En respuesta, la fuerza aérea portuguesa lanzó bombas incendiarias que causaron miles de muertes.
oda/mjm