La foto de un abrazo entre el mandatario y el secretario general de Perú Libre, Vlaidmir Cerrón, se difundió tras las dos reuniones, cada una por más de dos horas, celebradas en el palacio de gobierno y en las que participaron legisladores de Perú Libre y un sector de su bancada, integrada por sindicalistas magisteriales.
A simple vista, la alarma derechista podría explicarse como una reacción ante el alejamiento de la posibilidad de una ruptura definitiva, alentada por la derecha desde el inicio del gobierno, entre el mandatario y el partido al que fue invitado para ser candidato y a la postre ganador de los comicios del año pasado.
También por el temor a que el acercamiento se traduzca en una recuperación de la presencia destacada de ministros del partido izquierdista, lo cual se refleja en una verdadera estampida de versiones y conjeturas.
El legislador Edgar Tello, uno de los que acompañó a Cerrón a la primera reunión, dio por segura una reestructuración ministerial, decidida porque el mandatario “está viendo que faltan ajustar algunas cosas”.
Tello opinó que Castillo debe escoger nuevos ministros que respondan a las necesidades de la población, en temas tan importantes como la educación.
La parlamentaria de Perú Libre Margot Palacios, también participante en las conversaciones, comentó que es hora que el nuevo gabinete dé paso “a los vencedores de las elecciones” de 2022, tras el retiro, meses atrás y bajo presión derechista, de ministros de Perú Libre.
Uno de los voceros más significativos de la derecha, el comentarista Carlos Tafur, sostuvo que para la recomposición anunciada Castillo convoque personajes de centro y derecha, que “le permitan convoca personajes de centro o, inclusive, de derecha, que le permitan transitar el poder con mayor gobernabilidad”
El analista Alberto Adrianzén advirtió que, teniendo en cuenta ese afán de la oposición derechista, los cambios ministeriales no deben dividir a la izquierda, porque ello serviría a los objetivos de quienes buscan terminar con el Gobierno.
Para el diario Uno, ubicado entre los pocos medios no hostiles al Gobierno, Castillo está empeñado en llevar adelante medidas en beneficio a la población y viables en el corto plazo, que le permitan lograr un mayor respaldo social.
Entretanto, el jefe de Estado continúa bajo fuego mediático y político y mediático, que utiliza sospechas de corrupción en el entorno de Castillo y busca abiertamente la manera de poner fin al primer gobierno de izquierda elegido en la historia peruana.
Esa ofensiva aprovecha además errores y deficiencias de la administración que muchos consideran comprensibles por tratarse del primer presidente de condición modesta y popular que gobiernan el país, pero plantean también que deben superarse.
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