Al intervenir ante el cuerpo diplomático acreditado ante la Santa Sede en la audiencia por el nuevo año, el sumo pontífice indicó que ese enfoque se ve en la deshumanización de los migrantes agrupados en centros de identificación donde terminan siendo pesa fácil del crimen organizado y los traficantes de personas.
O involucrados en intentos desesperados de fuga los cuales concluyen a veces con la muerte, dijo Francisco al referirse a la necesidad de subrayar que los propios migrantes son a menudo transformados en armas de chantaje político, “en una suerte de mercancía de contratación que priva a las personas de su dignidad”.
En ese sentido, el papa llamó la atención sobre la importancia de que la Unión Europea encuentre cohesión interna en la gestión del fenómeno migratorio, como supo hacer para enfrentar las consecuencias de la pandemia de Covid-19.
Es necesario, puntualizó, dar vida a un sistema coherente e integral de gestión de las políticas migratorias y de asilo de manera que sean compartidas las responsabilidades al amparar a los migrantes, analizar las solicitudes de asilo, así como reubicar e integrar socialmente a quienes puedan ser acogidos.
Al advertir que la cuestión migratoria trasciende el contexto europeo, Francisco recordó que lo persistencia de flujos provenientes de África y Asia, sin olvidar “los éxodos masivo” en el continente americano los cuales “presionan en la frontera entre México y Estados Unidos”.
La cuestión migratoria como la pandemia y el cambio climático muestran claramente que nadie se puede salvar sólo porque “los grandes desafíos de nuestro tiempo son todos globales”.
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