El siniestro del pasado fin de semana es un sombrío recordatorio de cómo el uso de calefactores pueden ser un «símbolo de inequidad», aseveró Julie Colon, de la Coalición del Clero y la Comunidad del Noroeste del Bronx citada por la cadena NBC News.
De acuerdo con Colon, esos artefactos utilizados en esta época de bajas temperaturas son muestra de condiciones de vivienda peligrosas, infraestructura deficiente y negligencia en vecindarios de bajos ingresos y comunidades de color.
El incendio, calificado como uno de los peores en los últimos años, comenzó el domingo poco antes de las 11:00, hora local, y fue provocado por un calentador eléctrico que funcionaba mal en un dormitorio, dijo el comisionado de bomberos Daniel Nigro en una conferencia de prensa.
Los investigadores informaron que las puertas de seguridad no se cerraron automáticamente como está estipulado para evitar la propagación del humo y las llamas.
Ese incidente, junto a otro ocurrido en Filadelfia en el cual murieron 12 personas el pasado 5 de enero, tienen como punto en común que ocurrieron en vecindarios predominantemente negros y se etiquetan como accidentes, aunque no eran hechos impredecibles o inevitables.
Así lo publicó la revista Time, que refiere cómo la tragedia del Bronx podría haberse evitado con rociadores, puertas de cierre automático, un sistema de alarma funcional y calefacción adecuada para que los inquilinos se vieran obligados a usar dispositivos adicionales de generación de calor.
En la ciudad de Nueva York quienes usan calefactores suplementarios se correlacionan directamente con la pobreza y esos «accidentes» son más probables que ocurran a personas negras y de bajos ingresos, comentó a Time la escritora Jessie Singer, autora de un libro sobre disparidades raciales y económicas en Estados Unidos.
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