No sé si vamos a conseguirlo, pero mientras tenga aliento y esté en la Casa Blanca, voy a luchar por una mayor protección electoral, afirmó el presidente Joe Biden este jueves al salir de una reunión en el Capitolio con senadores de su partido.
Los republicanos de la Cámara Alta consiguieron hasta ahora impedir el análisis de dos leyes ya aprobadas en la Cámara de Representantes gracias al filibusterismo, maniobra política mediante la cual impiden el debate de cualquier medida si no se reúne una mayoría de 60 votos.
Biden y otros líderes demócratas abogaron por cambiar esa regla en aras de avanzar con su reforma electoral, pero este jueves recibieron una decepción cuando la congresista de esa bancada Kyrsten Sinema manifestó públicamente su rechazo a esa idea, como su compañero de partido Joe Manchin.
Sinema manifestó que apoya los proyectos de ley para proteger el derecho al voto, pero rechaza eliminar la posibilidad de obstruir propuestas legislativas.
Teniendo en cuenta que el Partido Demócrata cuenta con una mayoría mínima en el Senado, tanto el voto de Sinema como el de Machin son imprescindibles para cualquier medida de interés de la fuerza identificada con el color azul.
La secretaria de prensa de la Casa Blanca reiteró hoy que la administración persistirá en su empeño de sacar adelante las dos normativas para asegurar el derecho al voto, aunque se refirió al líder de la mayoría en el Senado, Chuck Schumer, como quien debe decidir los próximos pasos.
Según los demócratas, el Partido Republicano pretende desde los estados dificultar el voto de las minorías en comicios venideros con el objetivo de lograr un resultado que los favorezca en las legislativas de noviembre de este año y en las presidenciales de 2024.
Aunque desde 1965 está en vigor la Ley de Derechos Electorales que prohíbe la discriminación en ese plano, una veintena de estados controlados por el partido rojo abogan por limitar los derechos políticos de grupos minoritarios, especialmente a los afroestadounidenses, que votan principalmente por los demócratas.
La ofensiva conservadora tomó auge a raíz de los comicios presidenciales de 2020, cuando el expresidente Donald Trump, inconforme con los resultados, propagó la teoría de un supuesto fraude.
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