“Entendemos que la naturaleza es un patrimonio, es un activo”, indicó recientemente a Prensa Latina la ministra de Ambiente y Energía de Costa Rica, Andrea Meza. “Así como nosotros invertimos en el recurso humano, también entendemos la naturaleza como un recurso que genera múltiples beneficios”, añadió.
A pesar de los problemas fiscales del país y el impacto de la pandemia global de Covid-19, las cifras muestran la creciente importancia de los recursos ecológicos a la contribución del Producto Interno Bruto (PIB) nacional.
Según la Alianza para la Contabilidad de la Riqueza y la Valoración de los Servicios de los Ecosistemas, los bosques por sí mismos aportaron el dos por ciento del PIB tico en 2020, mucho más de lo que muestran las estadísticas tradicionales.
El estudio también destaca que la marca ecológica del país tiene un valor incalculable en otros rubros como el turismo y los servicios, que aportan el grueso de las finanzas.
Cuando Prensa Latina le preguntó recientemente al presidente de Costa Rica, Carlos Alvarado, si su país podría vivir de la conservación del medio ambiente, su respuesta fue clara: “Costa Rica ya lo hace, a través del turismo y el talento humano, por lo que me siento orgulloso”.
PAGAR POR CUIDAR LOS BOSQUES
Aunque pueda parecer contradictorio, el comienzo del proyecto tico de conservación del medio ambiente terrestre no se inició captando recursos, sino pagando a las personas por cuidar los bosques.
A través del programa de Pago de Servicios Ambientales (PSA), iniciado en 1997, las comunidades y propietarios de fincas con recursos boscosos podían acceder a una compensación financiera por los servicios que éstos proveen y que inciden directamente en la protección y mejoramiento del medio.
El resultado fue que se logró detener la deforestación prevalente en el país hasta la década de 1980 y empezó un proceso de recuperación para alcanzar en 2020 una cobertura boscosa del 52,4 por ciento.
El programa fue galardonado en 2020 con el Premio de las Naciones Unidas a la Acción Mundial sobre el Clima en la categoría “Financiamiento de inversiones respetuosas con el clima” y recibió recientemente el Premio Earthshot, otorgado por The Royal Foundation, en la categoría Proteger y restaurar la naturaleza.
Datos oficiales reflejan que más de 122 mil hectáreas fueron protegidas mediante el PSA entre 2010-2020 en territorios indígenas de Costa Rica y se plantaron un millón 724 mil 518 árboles bajo la actividad de sistemas agroforestales en estos lugares, con un creciente beneficio a las mujeres.
“Logramos no solo detener la deforestación y mejorar la cobertura boscosa, sino también empezar a generar una nueva actividad turística y una nueva industria, mejorando la marca país y atrayendo una serie de inversiones que reconocen en Costa Rica la sostenibilidad”, explicó Meza a Prensa Latina.
La primera dama de Costa Rica, Claudia Dobles, destacó por su parte la importancia de este enfoque en el país durante la última Conferencia Internacional de Turismo Sostenible Planeta, Personas, Paz (P3).
«Nuestros parques naturales son probablemente uno de los mayores recursos que tenemos a nivel de atracción turística», recordó Dobles, «y la atracción turística es uno de los generadores más grandes, no solamente a nivel de creación de oportunidades de empleo, sino también de PIB».
UN MOTOR LIMPIO PARA EL DESARROLLO
En el contexto tico, no resulta casual que la cartera de Meza se encargue tanto de la ecología como de la generación de energía. Todo esfuerzo de conservación ecológica pasa por la necesidad de satisfacer la demanda energética para el desarrollo económico.
Según el Índice de Competitividad Internacional 2021 (ICI), publicado por el Instituto Mexicano para la Competitividad (IMCO), Costa Rica se colocó como el país con la matriz eléctrica de mayor aporte renovable entre “las 43 economías más importantes del mundo para generar, atraer y retener talento e inversión”.
Como complemento de la generación limpia, Costa Rica busca convertirse en líder regional en el proceso de transportación eléctrica y posee una sólida red de carga en las principales rutas de transporte y de frontera.
Recientemente se inauguró una línea eléctrica de unos 900 kilómetros que une San José, la capital tica, con Ciudad de Panamá.
En el acto de apertura de la ruta, el coordinador de Cambio Climático para América Latina y el Caribe del Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente, Gustavo Máñez, señaló que la transportación es responsable de cerca del 20 por ciento de las emisiones de gases efecto invernadero en América Latina y el Caribe.
Máñez destacó que la vía Costa Rica-Panamá muestra que el despliegue de la movilidad eléctrica en la región no se queda en retórica, sino se traduce en políticas públicas y desarrollos concretos.
Costa Rica también cuenta con un programa piloto de buses eléctricos, apoyado por la cooperación alemana y que tiene a la primera dama del país como una de sus grandes impulsoras.
“El plan piloto permitió comprobar que es técnicamente viable electrificar el servicio de buses y, además, se obtienen beneficios en costos de operación y en la mejora de la calidad del aire”, subrayó Dobles en un evento para sacar balance de los primeros cuatro meses de la ruta eléctrica San José-Desamparados-San Rafael.
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