Los datos, divulgados por el estadounidense Archivo Internacional de Ataques de Tiburón (ISAF) del Museo de Historia Natural de Florida, también incluyeron 39 estimulados por las personas y nueve fallecidos durante todo el año.
Los sucesos no provocados y con implicación de esos animales en 2021 guarda relación con el promedio global de cinco años de 72; sin embargo, difiere marcadamente de los 52 registrados en el periodo anual precedente, los más bajos documentados en más de una década, explicó la entidad.
El gerente de ISAF, Tyler Bowling, descartó exponer la causa exacta del alza de los ataques, aunque consideró que una parte podría atribuirse a la apertura de playas asociada a la situación de control del coronavirus SARS-CoV-2, causante de la Covid-19.
«Las mordeduras de tiburón se redujeron drásticamente en 2020 debido a la pandemia”, explicó el experto en un comunicado, donde agregó que el año pasado fue mucho más típico, con un promedio de mordeduras de una variedad de especies y muertes de tiburones blancos, toro y tigre.
La cantidad de encuentros fatales no provocados también se mantuvo alta en 2021, la mayoría en el Pacífico Sur, con seis en Australia, Nueva Caledonia y Nueva Zelanda, mientras se produjeron incidentes únicos en Sudáfrica, Brasil y Estados Unidos.
Los grandes tiburones blancos (Carcharodon carcharias) fueron característicamente los principales culpables de las pérdidas de vidas humanas no provocadas, precisó el IFAS.
Estados Unidos repitió la punta en el número anual de ataques de tiburón, con un total de 47 en 2021, lo cual representa el 64 por ciento de los casos planetarios. Le siguieron Brasil, Nueva Zelanda, Sudáfrica, Canadá, Ecuador y San Cristóbal y Nieves.
La mayoría de las personas mordidas (51 por ciento) eran surfistas o snowboarders, quienes pasan una cantidad significativa de tiempo dentro del agua y alrededor de las zonas de práctica del deporte.
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