Los contratiempos van desde la Covid-19, sobre lo cual el mandatario presumió en un discurso el 2 de junio del pasado año “un verano en libertad de la pandemia” y las promesas se esfumaron, hasta la economía (con la peor inflación en cuatro décadas), pasando por un Congreso dividido que frena sus piezas legislativas claves.
El bipartidismo es casi imposible, advirtió Barbara Perry, directora de Estudios Presidenciales en el Centro Miller de la Universidad de Virginia, al referirse a la polarización en el Capitolio.
Citada por el diario The Hill, la experta afirmó que era «un poco ingenuo por parte de Biden» creer que los republicanos no estarían empeñados en hundir sus propuestas.
A lo largo de los últimos 12 meses, el mandatario enfrentó la negativa a sus iniciativas por parte de los republicanos y ni siquiera consiguió el voto de todos sus senadores para sacar adelante varios planes, comentan otros analistas.
Los proyectos de ley de reforma electoral que protegerían el derecho al voto se desvanecieron debido a la oposición de la fuerza roja y el más ambicioso programa del demócrata: Build Back Better (Reconstruir mejor), tiene un futuro demasiado incierto.
Ello constituye fuente de una creciente frustración para los votantes del presidente 46, en especial, entre los alineados más a la izquierda, argumentan los entendidos.
Por eso, el jefe de Estado decidió adoptar un tono más fuerte contra sus adversarios políticos. Una retórica que cobra sentido en un año electoral en el que los demócratas corren el peligro de perder sus ajustadas mayorías tanto en la Cámara de Representantes como en el Senado.
Ahora Biden cree que el Partido Republicano no tiene una agenda más allá que la de obstruir la suya, una ruptura con respecto al primer año en el cargo, cuando trató de trabajar de conjunto con los del otro lado del pasillo.
Esos esfuerzos condujeron al proyecto de ley bipartidista de infraestructuras valorado en 1,2 billones de dólares, que atrajo a 19 republicanos en la Cámara Alta.
Pero los críticos entre sus oponentes consideran que no fue el bipartidismo lo que caracterizó el primer año del gobierno demócrata.
“Llegó aquí, iba a ser un unificador (…), y lo que estamos viendo como resultado es una mayor fragmentación en el país”, expresó el senador republicano de Dakota del Sur John Thune.
El politólogo Corey Robin escribió en un artículo publicado en el diario The New York Times que en realidad “Biden se ha convertido en un prisionero de las grandes expectativas”, porque su presidencia se percibe como una decepción para los votantes estadounidenses.
Con las legislativas de noviembre en el horizonte, la Casa Blanca necesita cumplir al menos algunas de sus promesas pendientes que animen a los votantes a acudir a las urnas, valoran los expertos.
(Tomado de Orbe)