Arrestado en mayo de 2021, el estudiante fue imputado, entre otros cargos, de intento de asesinato en primer grado a causa de las lesiones que le provocó con un arma de fuego a Jhavon McInyre, en el colegio Seminole High School.
Una supuesta burla de la víctima hacia el agresor desató el lamentable suceso que cambió la vida de Smith, detenido “sin incidentes” poco después del tiroteo.
El fenómeno de tratar como adultos a menores es parte de “un patrón nacional de falta de protección y promoción de los derechos de los niños”, advirtió en 2018 una organización humanitaria.
Otros reportes igual de alarmantes dan cuenta de que en Estados Unidos hay cerca de tres mil menores condenados a cadena perpetua sin posibilidad alguna de lograr la libertad condicional, y casi 10 000 se encuentran en prisiones para mayores, de acuerdo con datos de activistas que reclaman la reforma del sistema judicial norteamericano.
“Niños de 13 años han sido juzgados como adultos y sentenciados a morir en la cárcel sin que haya habido consideración hacia sus edades o la circunstancia del delito que cometieron”, alertó no hace mucho Equal Justice Initiative, un grupo con sede en Montgomery, Alabama, que brinda representación legal a presos condenados erróneamente y a quienes se les negó un juicio justo.
Aunque en 2005 la Corte Suprema de Estados Unidos acabó con las ejecuciones de menores de edad, desde que la pena de muerte fue instaurada a nivel federal a inicios del siglo pasado se calcula que fueron ejecutados 365, de ellos, 22 después de 1985.
En su momento, Ashley Nellis, analista legal del grupo The Sentencing Project, se refirió al coro de voces que han exigido el cese inmediato de estos duros castigos y de las condiciones inhumanas que afrontan los jóvenes, a pesar de la indiscutible prueba de que los niños son diferentes.
Hace más de 30 años, los líderes mundiales asumieron un compromiso histórico con la infancia al aprobar la Convención de Naciones Unidas sobre los Derechos del Niño. Sin embargo, Estados Unidos es el único país sin ratificarla aún.
El caso de Da’raveius Smith también evidencia otro de los graves problemas que aquejan a la sociedad norteamericana: las armas de fuego. Él utilizó una pistola de nueve milímetros de calibre que arrojó luego entre unos arbustos fuera de su centro escolar.
Según el Archivo de la Violencia Armada, el año pasado murieron 20 658 personas en territorio estadounidense por hechos atribuidos a esos artefactos, mientras que se registraron 691 tiroteos masivos.
En un mensaje a la nación en junio último, el presidente, Joe Biden, informó que se reunió con un grupo bipartidista de líderes civiles y de las fuerzas del orden para discutir cuál era la mejor manera de frenar “la epidemia” que desangra al país.
Estados Unidos tiene el triste de récord mundial de poseer más armas que personas dentro de sus límites geográficos.
(Tomado de Orbe)