Onani Master Kurosawa (ese es el título que deben buscar) es duro, sarcástico, truculento y, en algunos pasajes, poco edificante; pero en ningún caso se puede etiquetar su contenido como pornográfico. Ni siquiera, erótico.
Antes más bien, se trata de un viaje a las tinieblas, al infierno cotidiano que puede llegar a ser el bullying en las escuelas y los eternos problemas que afloran en la adolescencia, en la cual siempre hay chicos marginados y que marginan y zahieren. U otros que simplemente hacen la vista a un lado, convirtiéndose sin notarlo en cómplices silenciosos.
También supone una de esas obras raras sobre la condición humana que logran enganchar al lector de principio a fin, arrancándole en el proceso más de una carcajada, mientras le ofrece unas horas de intenso placer intelectual.
Sé que suena inverosímil, pero por favor, créanme. Aunque parezca imposible, Onani Master Kurosawa lo consigue. Y lo hace, en buena medida, gracias al artificio literario.
Cuando escuchen la voz de Kurosawa, protagonista, justiciero, villano, narrador y varias cosas más, verán que esta visita al abismo, al corazón del mal, se hace en buena compañía. E igualmente comprenderán que no es solo la historia de un adolescente con exceso de hormonas, sino algo más.
Porque retrata una sociedad en la que desgraciadamente asoman la bajeza, el odio y la indolencia; pero también existen la redención, el amor y la amistad.
En ese sentido, resulta notable cómo un manga creado por dos aficionados (Ise Katsura, responsable de la historia, y Yoko, a cargo del arte) y autopublicado para su venta en el famoso Comiket hace ya más de una década, puede abracar tanto con tanta gracia en apenas 31 capítulos y mantener la tensión narrativa con un simple monólogo.
Por eso, los prevengo: no dejen que la calidad del dibujo (casi amateur) los eche para atrás a la hora de disfrutar de esta obra. Pese a no contar con los recursos de un manga profesional, se trata de un estilo único, centrado en los personajes y sus emociones.
E insisto: aunque no lo sepan, les interesa leerlo. Cuando lleguen al final y acaben volteando la última página, por alguna extraña razón, sentirán que esta historia los ha vuelto mejores personas.
(Tomado de Orbe)