Un viaje interesante a Cuba puede estar relacionado con ese sistema cavernario, por lo tanto es bueno para espeleólogos, profesionales o aficionados, o simplemente para turistas aventureros.
Ese derrotero puede abarcar el mundo de cuevas y ríos subterráneos que en la costa noroccidental del archipiélago tiene encantos particulares.
Cuentan algunas teorías científicas que por esas zonas llegaron los primeros habitantes de la ínsula, miles de años atrás.
Sus cavernas sirvieron entonces de refugio, en medio de un paisaje de atractivos únicos, además de ser morada provisional de piratas y corsarios franceses en los siglos XVI y XVII.
Cuba es considerada por los espeleólogos como de una superficie carsificada en 60 por ciento (carso tropical). La mayor de las Antillas posee 26 mil cuevas y muchas de ellas son interesantes museos naturales.
Por ejemplo, en la occidental provincia de Matanzas, incluido el famoso balneario de Varadero -distante unos 140 kilómetros hacia el este de La Habana, la capital-, aparecen en su costa norte penetraciones del mar de hasta cuatro kilómetros.
Esa característica enriquece las 350 cuevas de la zona, de las cuales -con un cuidado estricto del medioambiente- pueden aprovecharse para el turismo unas 20.
Por ello el paseo propuesto, muy aventurero por cierto, nos lleva a mencionar algunas, donde la memoria queda grabada para siempre por las figuras creadas en sus interiores.
Un esclavo chino llamado Justo Ho hundió su pica en el terreno y ante él apareció un hoyo casi indescriptible.
Era el 17 de abril de 1861 y la excavación se realizaba en los terrenos de Don Manuel Santos Parga, quien rápidamente aquilató el tesoro acabado de descubrir y comenzó a adaptarlo para visitas.
Con el tiempo sería la Cueva de Bellamar -a la salida de la ciudad de Matanzas- de cuyos tres kilómetros de extensión sólo están a la vista del público 500 metros, iluminados.
En el lugar, con servicios de guías y donde se sienten 28 grados centígrados de temperatura, aparece una humedad relativa del 98 por ciento.
Bellamar aporta a la vista como exclusividad, formaciones cristalinas del tipo Estalactitas (crecen de arriba hacia abajo), Estalagmitas (de abajo hacia arriba) y Elictitas (en sentido horizontal).
Son acumulaciones de agua, y carbonato de calcio y magnesio, orientadas por los caprichos de la naturaleza.
Forman figuras y salones, las leyendas y estructuras indican sus nombres: salones Gótico, del Templo, del Coco Rayado, Garganta del Tigre, fuentes de la Juventud, el Amor o el Divorcio, y el Baño de la Americana.
En Varadero, casi llegando a Punta de Morlas, se encuentra la caverna de Ambrosio, cuyo nombre se debe a un tipo de clasificación aportada en 1967 por el investigador cubano Antonio Núñez Jiménez (1923-1998), (Tipo Ambrosio).
Posee 150 metros en una serie de galerías donde se observan pictografías aborígenes, únicas.
Y otro ejemplo es la cueva de Saturno (o de Cepero), está rumbo al aeropuerto internacional Juan Gualberto Gómez, de esa propia playa (camino Canimar-Camarioca). Posee aguas muy limpias en 25 metros, y permite la espeleología submarina.
Todas estas propuestas, ya fueron visitadas por viajeros tanto cubanos como extranjeros (antes de la Covid-19), en excursiones sobre todo para tomar fotografías, lugares que volverán a la palestra con la recuperación del turismo insular.
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